Rolando Rodríguez y sus legados

Elier Ramírez Cañedo

El pasado 6 de abril, se produjo la partida física del destacado historiador e intelectual Rolando Rodríguez García, sin duda, una sensible pérdida para Cuba y la cultura cubana. Queda su inmensa obra historiográfica, que merece ser más estudiada, analizada y divulgada. Las presentes y futuras generaciones de historiadores cubanos y el pueblo en general tendrán en sus libros una referencia ineludible, para acercarse al devenir de la nacionalidad y nación cubana desde finales del siglo XVIII hasta casi mediados del siglo XX. Con su tenacidad investigativa y vocación de escribir, Rolando asumió una misión que por lo general realizan colectivos de autores. Impresionan sus resultados monumentales, al historiar, desde una visión totalizadora, el siglo XIX y el siglo XX hasta el período del llamado gobierno constitucional de Fulgencio Batista (1940-1944), último libro que estaba escribiendo en el momento de su deceso, luego de una larga saga de títulos que comprenden miles y miles de páginas, muchos de ellos premiados por la crítica.

Conozco ese esfuerzo titánico que respondió a una deuda de Rolando con Raúl Roa, que solo pudo saldar con creces transcurridos más de 30 años, pues luego de la entrega de República Angelical, novela histórica o historia novelada publicada en 1988, su compromiso inicial con Roa era publicar otro texto -ya como ensayo o monografía- sobre la mediación de Sumer Welles en 1933 para frustrar el movimiento revolucionario contra la dictadura de Gerardo Machado.

En las últimas páginas de su libro El fuego de la semilla en el surco, Roa había escritolo siguiente:

«Ya todo este miserable y vergonzoso rejuego de la `mediación’ lo acaba de poner en claro Rolando Rodríguez, en un libro listo para la imprenta, de excepcional valor histórico.//De la fétida masa de documentos fidedignos que maneja, brota chorreando cieno y sangre el histriónico papel desempeñado por Sumner Welles en su supuesta gestión amistosa y los descastados nativos que lo acompañan en la farsa. Cuando se publique ya no habrá manera de engañarse ni confundirse».[i]

Sin embargo, la mirada retrospectiva del acucioso historiador hizo postergar la publicación de ese libro “listo para la imprenta” en la búsqueda de una explicación de más larga duración de los procesos históricos. Es decir que, para entender y explicarse la Revolución del 30, tenía que buscar las claves en los primeros años de la República Neocolonial, pero al hacerlo, le fue ineludible sumergirse también en el siglo XIX cubano.  Rolando no solo cumplió con Roa, sino también con Fidel, quien descubrió al leer República Angelical, al talentoso escritor, investigador e historiador y le orientó que su principal deber con la Revolución en lo adelante era escribir. Nuevamente no se equivocó, pues en pocos años comenzaría a tener resultados muy sobresalientes. Logros que le valieron el premio Nacional de Historia y de Ciencias Sociales y Humanísticas, que se le dedicara una feria internacional del Libro de La Habana y fuera uno de los miembros fundadores de la Academia de la Historia en el 2010.

Comenzar sus acercamientos a la historia a través de la literatura de ficción, le facilitó a Rolando recursos literarios que no abandonó, dotando a su prosa de un lenguaje desenfadado y seductor, en no pocas ocasiones sarcástico y salpicado de cubanismo. Su obra se caracteriza también por ser polémica, sin adornos y visiones sacralizadas de los héroes y hechos. Sostenía que su lema era el de John Reed: “No soy imparcial, pero digo siempre la verdad”. En otra ocasión expresó: “Cuando haces una historia de papel crepé, sin contradicciones, no es aceptada porque se sabe que la vida no es así”.

Uno de lo momentos cumbres de su recorrido como investigador fue cuando encontró en los archivos españoles parte de la papelería que llevaba encima el Apóstol al caer en Dos Ríos el 19 de mayo de 1895, documentos que dieron pie a Dos Ríos, a caballo y con el sol en la frente, libro que mueve los sentimientos más hondos de cualquier patriota cubano.

Desde su natal Santa Clara, la cual le otorgó la condición de hijo ilustre, Rolando se sintió seguidor de Fidel a partir de conocer las acciones del 26 de julio de 1953, luego del triunfo revolucionario, ya en La Habana, fue miembro del Batallón de milicias universitarias, estuvo movilizado durante la Crisis de Octubre y participó en la lucha contra bandidos en el Escambray.

Graduado de Derecho en la Universidad de La Habana, fue uno de los jóvenes que integró y luego dirigió el Departamento de Filosofía, gestor de Ediciones Revolucionarias junto al líder cubano, presidente fundador del Instituto Cubano del Libro, desde donde intervino en la edición e impresión en secreto del Diario del Che en Bolivia, viceministro de Cultura, miembro de la secretaría del Consejo de Ministros y muchos otras tareas que compartió con su vocación por la investigación de nuestro pasado. Y es que Rolando constituye el modelo del historiador revolucionario, apasionado con los hechos y figuras que nos precedieron, pero también muy comprometido con su tiempo histórico. Fui testigo excepcional durante muchos años de su coherencia en el decir y el hacer, hasta el último momento de su vida, en especial de su amor a la Revolución y a Fidel, y su entrega a la hermosa, útil y noble labor del historiador.

Notas


[i] Raúl Roa: El Fuego de la Semilla en el Surco, Editorial Letras Cubana, Ciudad de La Habana, 1982, pp.491-492.

Publicado en Uncategorized | Deja un comentario

Rolando, el amigo de Fidel

Muchos eran los recuerdos de Rolando Rodríguez García, el muchacho que se fue de voluntario al Escambray a perseguir bandidos, el escritor apasionado o el historiador profundo, junto al Comandante en Jefe

Yunet López Ricardo

Rolando con Fidel

Aquella tarde del seis de enero de 1959 la voz de Fidel se esparcía sobre el parque Leoncio Vidal como una lluvia fina, unas veces arremolinada, enérgica, y otras más serena, pero siempre constante y airosa. Entre los hijos de la ciudad de Santa Clara reunidos frente a la terraza del Gobierno Provincial para escucharlo, estaba un muchachito de apenas 13 años, atento y estremecido por la palabra del jefe guerrillero que, en sí mismo, era un vendaval.

A pesar de su poca edad, Rolando Rodríguez (recientemente fallecido) sabía muy bien quién era ese Comandante joven, barbudo y vencedor de la guerra. Escuchó hablar de él en 1953, cuando las noticias de que había asaltado el cuartel Moncada pasaban de boca en boca por toda Cuba, y después confirmó su grandeza cuando un amigo le prestó un ejemplar de La historia me absolverá, y la leía escondida entre las páginas de un libro de la escuela.

Desde entonces le había seguido cada paso, pero el día del histórico discurso en la terraza santaclareña, era la primera vez que lo contemplaba de frente. «Al fin conocí a aquel hombre del que yo había vivido hora por hora y día por día sus hazañas», confesaría décadas después, cuando ya la vida lo había convertido en uno de nuestros mayores investigadores de la historia nacional de los siglos XIX y XX, y le había permitido conocer muy de cerca a Fidel.

Entonces, con los cabellos blancos, pero los ojos claros y encendidos de su juventud, hurgaba en su memoria y volvía al día en que lo vio hablarle al pueblo de su tierra, o al momento en que, siendo profesor de Filosofía de la Universidad de La Habana, conversó con él una de esas noches en las que el Comandante pasaba horas junto a los muchachos en la Plaza Cadenas.

Las veces que Rolando me recibió en su casa para conversar sobre algunos de los generales de las guerras de independencia, cuando abría el profundo baúl de sus saberes y asombraba por sus valoraciones o los detalles que, como pocos, conocía, siempre terminábamos hablando de Fidel. Me parece verlo, en aquella esquina de la habitación, emocionarse hasta alzar la voz contando la historia, esa que había tenido el privilegio de estudiar, porque así se lo pidió el Comandante, no solo en los archivos cubanos, sino también en los de España y Estados Unidos.

Él conocía desde una fecha hasta las emociones humanas de los grandes héroes, y lograba enamorar con su relato, sabidurías que acumuló a lo largo de sus más de 80 años y que fueron el fruto de su talento y también de sagrados momentos históricos que tuvo el privilegio de vivir.

La pregunta más difícil

Apresurado llegó aquel día caluroso de mayo de 1968 al apartamento del Comandante en el edificio 1007 de la calle 11, en el Vedado. Hacía un año era el presidente del Instituto Cubano del Libro, y esa mañana le habían informado que Fidel quería verlo. Subió las escaleras y luego de unos toques en la puerta, el mismo líder abrió y le dijo: «Mira lo que hay encima de la mesa».

Nunca olvidó Rolando que sobre aquella mesa redonda había una caja de papel cartucho y un mamotreto de hojas. Se percató de que eran copias fotostáticas de lo que parecía un diario; leyó, y unos cuantos párrafos bastaron para entender que en sus manos tenía las valiosas páginas del diario del Che, el querido guerrillero argentino que había caído en Bolivia en octubre de 1967.

Fidel entonces le explicó: «Te llamé para que le escribas el prólogo»; y confesaría después Rolando que, aunque él era de respuestas lentas y necesitaba tiempo para madurar las ideas, cuando escuchó eso respondió rápido y con una claridad cenital: «No, Comandante, el único que puede hacer el prólogo de este libro es usted».

—¿Tú crees? —indagó Fidel mirándolo a los ojos.

—Por supuesto.

—Bueno, sigue leyendo que yo me voy a leer para allá adentro.

«Ahí descubrí que él aún no lo había leído, lo había acabado de recibir. Y me recuerdo sentado en la mesa redonda, y Fidel en el cuarto, acostado, leyendo, y con las botas fuera de la cama; me parece ver esas botas como si fuera hoy», recordaba Rolando en una de las entrevistas que concedió en 2021 al Centro Fidel Castro Ruz.

Son instantes que evocaba en sus remembranzas como los más grandes tesoros de la existencia, y entre esos estaba aquella vez en que el Comandante le hizo la pregunta más difícil que recibió jamás: «Rolando, ¿qué tú piensas de mí?»; y tuvo él entonces que hablarle desde cuándo lo admiraba y seguía; o las veces en que pudo ser testigo del enorme respeto y cariño entre Fidel y Raúl; y por eso aseguraba «que los dos hermanos habían sido hechos con la misma madera de los robles de Birán, porque los dos tienen esa profunda sensibilidad humana que solo la he visto en ellos»; o el día en que Fidel lo llamó a la oficina y le dijo: «Te llamé porque ya hacía muchos días que no hablaba con los amigos»; y al escucharlo, «tuve que llegar a una conclusión que para mí fue conmovedora: él pensaba que yo era uno de sus amigos».

El primer deber con La Revolución

Con aires de satisfacción y el punto final en aquella cuartilla, la número 792, Rolando terminó en 1989 su primera novela, República angelical, un profundo acercamiento a los convulsos y emocionantes años de la Revolución del 30 en Cuba; y enseguida le hizo llegar un ejemplar a Fidel.

Pasadas las semanas, un atardecer llegó hasta su casa el sabio historiador Eusebio Leal, e incluso, antes del saludo, le dijo: «Rolando, la noticia que te traigo. Fidel estaba hablando de tu novela».

Al otro día, el prestigioso intelectual Roberto Fernández Retamar lo llamó y le comentó que Fidel había estado en la Casa de las Américas y había dialogado sobre su novela. Y así, casi todos los días alguna persona le refería lo mismo; hasta que un sábado en la noche sonó el teléfono. Del otro lado de la línea el escritor colombiano Gabriel García Márquez, quien tenía muy buenas relaciones con Rolando, le dijo: «Espera, que un amigo tuyo quiere hablar contigo».

«Ya yo sabía quién era el amigo; y entonces escuché la voz de Fidel:

—Rolando, esa novela que tú has escrito…

—Comandante, ¿ya se la terminó de leer?

—¿Y cómo sabes que yo me estaba leyendo tu novela?

—Comandante, si usted lo ha dicho en todas las esquinas de La Habana. Todo el mundo me llama para decírmelo.

—Oye, y quién es el atleta ¿Pablo de la Torriente?

—No, Mella.

—Pero en esa época Mella ya había muerto.

—Mire, García Márquez puso a cantar a Carlos Gardel cuando era un niño, así que yo me tomé la libertad de resucitar a Mella, porque era quien único podía unir a los revolucionarios; y después lo maté frente al Capitolio, pues si seguía vivo la Revolución del 30 salía adelante.

Y así estuvieron conversando cerca de una hora y media, pues Fidel, amante de las biografías noveladas, de la historia llevada con acierto a la literatura, indagaba sobre cada personaje y los laberintos de la trama.

«“Nos seguiremos hablando”. Así se despidió cerca de las 12 de la noche; pero a la una de la madrugada otra vez sonó el teléfono, y era García Márquez para decirme que Fidel me invitaba a almorzar al otro día. La tarde siguiente la pasamos juntos hablando sobre el libro», rememoraba Rolando.

Luego de esa novela, Fidel descubrió lo mucho que podía aportar aquel joven al país con sus letras, y le dijo: «Tu primer deber con la Revolución es escribir». Entonces, del pensamiento y la pluma de Rolando nacieron miles de páginas, como Bajo la piel de la manigua, en 1996, los dos tomos de Cuba, la forja de una nación, en 1998, y muchísimos otros textos, todos sobre la riqueza espiritual y simbólica de la historia de esta Isla.

La visita de un hermano

«No podía ser mi padre, pero era mi hermano mayor», así resumía Rolando su relación con el Comandante en Jefe, y lo evocaba como «un genio, el hombre que ganó una guerra en 22 meses a un ejército profesional, el que derrotó en menos de 72 horas a los mercenarios entrenados por la CIA en Girón y, a 10 000 kilómetros de distancia, ganó la guerra de Angola, que era también Namibia, Sudáfrica. Además, era un genio civil, un ser con una lucidez total, y de una sensibilidad tan inmensa que te trataba de resolver cualquier problema que tuvieras. Recuerdo su preocupación por el hombre, el cubano en el lugar más remoto de Cuba, esa era una preocupación para él, y también lo eran todos los seres humanos».

Así hablaba de aquel Fidel de fe absoluta, defensor a ultranza de la unidad, y entonces, entre cada certera apreciación, surgía una anécdota, como aquella que exaltaba, a juicio de Rolando, uno de los rasgos del Comandante: su agilidad de pensamiento para dar respuestas.

«En el libro La historia me absolverá aparece un grabado de su firma, la cual Celia me había dado. Y él la miró y dijo:

—¿Y esta es mi firma?

—Comandante, yo le aseguro que esa firma suya no es ninguna imitación, es auténtica.

—Sí, Rolando, pero yo no soy auténtico, yo soy comunista».

En 2010, el Comandante lo visitó en su casa. Tenía ya 84 años, y Rolando entraba en los 70, el tiempo había deshojado numerosos calendarios, no eran aquellos jóvenes de los primeros lustros de la Revolución, pero la amistad había crecido a la par de los relojes, y ese día, «con esa sensibilidad extraordinaria que tenía», y en un gesto de honda confianza y aprecio, Fidel puso en sus manos una de sus Reflexiones para que él la leyese:

—Mira, escribí esto, a ver… 

«Me puse a leer y le dije:

—Comandante, aquí falta una coma.

«Y para mi asombro me respondió: 

—Tú me vas a discutir otra vez una coma, como aquella vez de 1968.

«Se acordaba, qué memoria de prodigio; acordarse de una coma 42 años después. Que yo no lo olvidara no es difícil, estaba hablando con Fidel Castro, para mí el non plus ultra, pero que él recordara que aquel muchachito de entonces 26 años le había llamado la atención por una coma y décadas después lo volviera a hacer. Eso está fuera de los cánones normales», aseguraba. 

Muchos eran los recuerdos de Rolando, el muchacho que se fue de voluntario al Escambray a perseguir bandidos, el escritor apasionado o el historiador profundo, junto al Comandante en Jefe. Ese día, mientras conversaban, Fidel ocupó una silla de espaldar alto y cuero oscuro; y desde entonces, el asiento se convirtió en una reliquia que Rolando veneraba. Nadie podía ocuparla, y permanecía entonces distinguida entre los demás muebles de la sala, con el polvillo del poco uso, pero, como su dueño, aún a la espera del visitante.

(Tomado de Juventud Rebelde)

Publicado en Uncategorized | Deja un comentario

En nombre de la esperanza. A 65 años de la visita de Fidel a Estados Unidos

Por: Elier Ramírez Cañedo, René González Barrios

Foto: Archivo de Cubadebate

El triunfo de la Revolución Cubana el 1 de enero de 1959 estremeció el mundo. Para el absoluto dominio hegemónico de Estados Unidos en América fue un acontecimiento telúrico. Se rompía el modelo de relación bilateral de total dependencia y nacía un proyecto político, económico y social, ajeno a los moldes del capitalismo global. La guerra, en cualquiera de sus variantes, era inevitable. Solo faltaban los pretextos.

En aquella Cuba dictatorial que la Revolución destrozó, en la que Estados Unidos pensaba levantar una ciudad a semejanza de Las Vegas en el Caribe, en alianza perfecta con el Gobierno y la mafia, se guardó silencio —sin escrúpulo alguno— ante los crímenes de Batista y sus adláteres. Contra aquellos golpistas y asesinos que quebrantaron el orden constitucional, no hubo reclamo alguno.

Miles de cubanos fueron asesinados por los esbirros del dictador. Las morgues de la Isla conservaban cadáveres de jóvenes sin identificar. Jamás hubo una comisión gubernamental estadounidense ni una campaña de la prensa internacional para cuestionarla. Los grandes medios ensalzaban la vida nocturna y el hedonismo de una Habana dispar y brutalmente desigual, dibujada como el lupanar del Caribe.

Durante el gobierno de Batista se cometieron crímenes horrendos. Los prisioneros del cuartel Moncada fueron asesinados y mostrados como muertos en combate. Lo mismo ocurrió en Alegría de Pío con los expedicionarios del Granma, en Matanzas con los asaltantes al cuartel Goicuría, o con los jóvenes exiliados en la Embajada de Haití. En todos los casos, ni heridos, ni prisioneros; todos muertos. La prensa internacional no se movilizó ante estos hechos, ni ante los bombardeos indiscriminados a las ciudades de Sagua de Tánamo o Santa Clara, ni a los campesinos de las sierras orientales, víctimas de las bombas suministradas a la aviación de Batista, desde la Base Naval estadounidense en la bahía de Guantánamo.

Silencio absoluto se guardó también ante las matanzas de cubanos en la ciudad de Holguín en diciembre de 1956, conocida como las Pascuas Sangrientas, o en el poblado de Cabañas en la provincia de Pinar del Río en noviembre de 1958, que pasó a la historia como la Masacre de Cabañas. Tampoco hubo movilización de la prensa para entrevistar a los asesinos del derrotado régimen, arribados con total protección a Estados Unidos.

La Operación Verdad fue la respuesta oportuna y transparente del líder de la Revolución Cubana ante la campaña de satanización emprendida por los medios hegemónicos imperiales, contra la aplicación de la justicia revolucionaria. En menos de cuarenta y ocho horas se organizó todo. El 21 de enero, frente al antiguo Palacio Presidencial, Fidel convocó al pueblo. Allí, ante la multitud, expresó:

Los que creyeron que después de nuestras victorias militares nos iban a aplastar en el campo de la información, en el campo de la opinión pública, se han encontrado con que la Revolución Cubana sabe también pelear y ganar batallas en ese campo […]

Este pueblo no es un pueblo bárbaro ni criminal. Es el pueblo más noble y sensible del mundo: si aquí se comete una injusticia, todo el pueblo estaría en contra de esa injusticia… Cuando todo el mundo ha estado de acuerdo con el castigo es porque el castigo es justo, es merecido.

Al día siguiente, en el hotel Riviera, más de 380 periodistas de todo el mundo escuchaban los argumentos de Fidel sobre la aplicación de la justicia revolucionaria. «Aquí estamos, señores periodistas, para someternos al veredicto de la opinión pública del continente», expresó.

El 23 de enero arribaba a Caracas, como José Martí, a rendir tributo de agradecimiento al pueblo de El Libertador Simón Bolívar. Allí le explicó a Venezuela y al mundo, el sentido de la Operación Verdad. En discurso pronunciado en la Plaza Aérea El Silencio, destacó:

Nunca un ejército en el mundo, nunca una revolución en el mundo se llevó a cabo tan ejemplarmente, tan caballerosamente, como se llevó a cabo la Revolución Cubana. Enseñamos a nuestros hombres que torturar a un prisionero era una cobardía, que únicamente los esbirros torturaban. Enseñamos a nuestros compañeros que asesinar prisioneros, asesinar a un combatiente cuando se ha rendido y cuando se le ha ofrecido la vida si se rinde era una cobardía, y no fue asesinado jamás un prisionero.

[…] Nosotros le dijimos al pueblo cubano: no arrastren a nadie y no teman absolutamente nada, los crímenes no quedarán impunes; habrá justicia para que no haya venganza, y el pueblo confió en nosotros. Le dijimos que habría justicia y confió en nosotros: no arrastró a nadie, no golpeó siquiera a ninguno de los esbirros que cayeron en sus manos, los entregaron a las autoridades revolucionarias. Tenía fe en que íbamos a hacer justicia, y era indispensable que hubiera justicia, porque sin justicia no puede haber democracia, sin justicia no puede haber paz, sin justicia no puede haber libertad.

El más terrible daño que se les ha hecho a nuestros pueblos es la impunidad del crimen, es la ausencia de justicia, porque en nuestros pueblos no ha habido justicia nunca.

Otra narrativa que comenzó a moverse desde el norte contra la naciente Revolución Cubana, desde los días iniciales del triunfo, fue la de la llamada «infiltración comunista» en el perverso entendido del significado del término «comunismo» para las grandes masas populares, contaminadas con la propaganda macartista que se respiraba en todo el continente, y muy especialmente en Cuba, laboratorio por excelencia de esa estrategia, con el Buró Represivo de Actividades Comunistas (BRAC) a la cabeza, y sus aliados de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) y el Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés).

El propósito era confundir y dividir a las fuerzas revolucionarias, además de crear la razón propagandística que justificara un curso aún más hostil contra el proceso cubano, cuando aún no se habían establecido las relaciones diplomáticas con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) ni declarado el carácter socialista de la Revolución, lo cual ocurriría en 1960 y 1961, respectivamente.

Fue en medio de este contexto de ataques y manipulación mediática sobre lo que estaba ocurriendo en la Isla, que el líder cubano decidió continuar la Operación Verdad y llevar el mensaje de la Revolución directamente a Estados Unidos; aprovechaba así una invitación recibida de la Sociedad Americana de Editores de Periódicos para visitar Washington y hablar ante su reunión anual en abril. Si en el mes de enero Fidel había convocado a cientos de periodistas para explicar la verdad del proceso cubano, ahora se sometería personalmente al encuentro con miles de periodistas y a la opinión pública estadounidense y mundial.

La visita de por sí constituyó un gesto de buena voluntad e intento de evitar una ruptura abrupta en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. A la vez fue inédita, en tanto se ratificó que el objetivo de esta no era pedir dinero, como era la costumbre durante los años de la República Neocolonial Burguesa, reafirmando la autenticidad de la Revolución en la defensa de su soberanía e independencia.

El gesto de buena voluntad no fue reciprocado ni aprovechado por la administración Eisenhower. De hecho, la primera reacción del presidente de Estados Unidos al conocer que el primer ministro cubano visitaría el país, fue preguntar en una reunión del Consejo de Seguridad Nacional si no se le podía negar la visa. Luego prefirió irse a jugar golf antes de que atender cortésmente a Fidel. Delegó esta «incómoda» misión a su secretario de Estado interino, Cristian Herter y al vicepresidente Richard Nixon.

Impresiona aún, 65 años después, el coraje y capacidad del líder cubano de dialogar —en inglés en la mayoría de los casos— en pocos días con los más diversos sectores de la sociedad estadounidense, respondiendo preguntas, dudas y hasta calumnias. Durante los once días que duró la visita, desde el 15 al 25 de abril, luego una breve estancia en Houston, Texas, el 27 de abril, Fidel sostuvo diecisiete encuentros con personalidades de la política, la cultura, la prensa y la educación de esa nación.

Ofreció diecisiete conferencias o declaraciones a la prensa, así como diez entrevistas a diversos medios; también diez discursos o palabras y sostuvo más de seis encuentros directos con el pueblo. Durante su discurso en el Anfiteatro del Parque Central de Nueva York se reunieron más de 40 000 personas, siendo la primera vez que un gobernante extranjero pronunciaba un discurso ante tal multitud en un lugar público de esa ciudad. El programa cumplido en esos días incluyó otras diez actividades. Sus intervenciones en las universidades de Harvard, Columbia y Princenton hicieron historia en estos importantes centros universitarios.

Aunque el impacto de la visita fue positivo en el pueblo estadounidense, lo sectores de poder dominantes en Washington se inclinaban para esa fecha por la política de cambio de régimen, la firma de la ley de Reforma Agraria el 17 de mayo, medida que formaba parte esencial del programa de la Revolución, constituyó el paso del Rubicón cubano. A partir de ese momento se observaría en el Gobierno estadounidense una alineación total de confrontación con la Isla.

El peligro y supuesta infiltración comunista en el Gobierno, los juicios y fusilamientos a los criminales y torturadores de la dictadura de Batista y la posibilidad de que se celebraran en lo inmediato elecciones, fueron los temas recurrentes en la agenda mediática de Estados Unidos. Fidel respondió, en todos los casos, con sólidos argumentos y sin perder la paciencia. Sin embargo, el devenir histórico demostraría de inmediato que esos temas eran solo un manto en el que se encubría la esencia de la hostilidad temprana del Gobierno estadounidense contra la Revolución.

El hecho cierto era que Washington no estaba en condiciones de aceptar una Revolución de perfiles soberanos tanto en el plano doméstico como internacional, a las puertas mismas de su sistema de dominación hemisférica, y necesita a todas luces y con urgencia, las razones propagandísticas que le permitieran barrer con ese “mal ejemplo”.

Los propósitos malévolos que animaban a Estados Unidos en su relación con Cuba, fueron relevados en un documento desclasificado que contiene lo conversado entre el director de la CIA y el embajador inglés en Washington. El diplomático reportaba a su Cancillería el 24 de noviembre de 1959:

Yo tuve que ver a Allen Dulles esta mañana sobre otro asunto, y aprovechó la oportunidad para discutir sobre Cuba, sobre una base estrictamente personal. Desde su punto de vista personal, él esperaba grandemente que nosotros decidiéramos que no continuaremos con la negociación sobre los Hunter (se refiere a las gestiones que realizaba Cuba para comprar aviones en el Reino Unido).

Su razón fundamental es que esto podría conducir a que los cubanos solicitaran armas a los soviéticos o al bloque soviético. Él no había despachado esto con el Departamento de Estado, pero era por supuesto, un hecho, que en el caso de Guatemala había sido el envío de armas soviéticas lo que había cohesionado a los grupos de oposición y creado la ocasión para lo que se hizo.

Suspensión de la asignación de créditos, campañas difamatorias, violaciones al espacio aéreo y marítimo de Cuba, sabotajes a los objetivos económicos en la Isla, ataques piratas, apoyo de la CIA a la contrarrevolución interna en sus actos de sabotajes, sostén e incitación al bandidismo, intentos de asesinato contra los líderes de la Revolución, utilización de la Organización de Estados Americanos (OEA) para condenar y aislar diplomáticamente a Cuba, apoyo encubierto a una invasión desde el exterior por elementos batistianos acantonados en Santo Domingo bajo el patrocinio del dictador Trujillo, entre otros actos de agresión, caracterizaron la política de Estados Unidos hacia Cuba en ese año 1959.

Muy pronto la CIA y el presidente de Estados Unidos llegaron a la conclusión de que el único modo de «solucionar» el asunto de Cuba era sobre la base de asesinar a Fidel Castro o invadir la Isla. De este modo, desde diciembre de 1959 la CIA había concebido un programa de formación de un ejército de mercenarios cubanos, algunos de ellos criminales de la dictadura batistiana, para invadir el país.

En un memorando fechado el 11 de diciembre de 1959, el jefe de la División del Hemisferio Occidental de la CIA J. C. King dice textualmente: “Analizar minuciosamente la posibilidad de eliminar a Fidel Castro […] Muchas personas bien informadas consideran que la desaparición de Fidel aceleraría grandemente la caída del Gobierno […]”.

A pesar de que los datos y documentos históricos muestran otra realidad, todavía hoy se pretende, en cierta literatura, presentar a Fidel Castro como el máximo responsable del no entendimiento entre Estados Unidos y Cuba y colocan sobre sus hombros la responsabilidad del conflicto, se olvida o se obvia el esfuerzo y la buena voluntad mostrada por el líder cubano desde el propio año 1959 en la búsqueda de una comprensión realista del proceso cubano en la opinión pública y la élite de poder de Estados Unidos, que evitara el deterioro y rompimiento de las relaciones.

Nuestra lucha, que costó miles de vidas, está llena de bellos episodios y sacrificios extraordinarios que algún día los Estados Unidos podrán reconocer plenamente —le expresó Fidel a Cristian Herter en su encuentro del día 16 de abril—. Los Estados Unidos y Cuba siempre han mantenido las relaciones más estrechas. No hay razones para que estas relaciones no deban mejorar cada día. Nuestro pueblo ve al pueblo norteamericano con un amplio sentido de la amistad. Al mismo tiempo, nuestro pueblo tiene esperanzas en el mayor entendimiento, por parte del pueblo de los Estados Unidos, del esfuerzo que estamos haciendo para solucionar nuestros problemas.

En nombre de la esperanza de una mejor relación entre Cuba y Estados Unidos fue Fidel a esa nación en abril de 1959; esa misma esperanza sigue siendo parte de la voluntad de Cuba y su pueblo, bajo los mismos principios de respeto a su soberanía e independencia.

(Tomado Cubadebate)

Publicado en Uncategorized | Deja un comentario

Ser un revolucionador de la realidad

Magda Resik Aguirre

«Me voy a pegar a ti, pero no te equivoques», fue lo primero que me soltó al llegar. Protestó por el nivel de las luces «no se pareciera el ambiente al de una sauna». Así, de ese modo jocoso, se inició un nuevo Encuentro con… Alfredo Guevara en el año 2011. Llegó por otra vez al Salón de Mayo en el Pabellón Cuba, donde se presentaba como un asiduo visitante en su pertinaz cercanía a los jóvenes intelectuales y artistas liderados por la Asociación Hermanos Saíz.

A ellos dedicó buena parte de sus últimos años, convencido de la necesidad de transmitirles el conocimiento desde su experiencia. Los muchachos, como también les llamaba, se hechizaban al escucharlo decir cosas como: «Me encanta el desnudo. No hay nada más perfecto en la naturaleza que el cuerpo humano». «Fíjense qué cosa más divertida, les traje un texto que escribí hace 48 años y para mi pesar es de una actualidad absoluta». O «prefiero hablar de las expresiones artísticas de la cultura porque siempre llamamos cultura a las expresiones artísticas, y la cultura es mucho más complicada, amplia y diversa».

Ese día aceptó el reto de evocar sus años juveniles, aunque confesó: «Mi juventud está muy lejos». Pero accedió al riesgo de revisar el pasado entre las revelaciones más personales y la emoción del recuerdo:

«No me gusta hablar de lo privado —explicó; Fidel nos ha dado un ejemplo, y a nuestros dirigentes en general, de lo que es la privacidad. He seguido también ese camino porque, entre otras cosas, siempre me ha gustado más y he sido devoto, y creo más en la aventura que en la rutina.

«Parece que por naturaleza soy antirrutina. Creo que la rutina en todos los aspectos de la vida es la muerte adelantada y por eso decía que no valía ni siquiera la pena hablar de la vida privada porque he tenido vocación y convicción de que es más interesante la aventura que todo lo que queda. Lo que queda siempre termina por ser rutina y ser aceptado porque está. Esto pasa en política también.

«Cuando era muy jovencito me creí que era poeta y cuando comprendí que no lo era y rompí todos aquellos disparates, de todas maneras, me quedé con un verso que es como un lema para mí: “No hay nada más eterno que un amor de aventura”.

«Pienso así de la vida más personal y de todo. Por eso en mi caso diría que no hay nada más eterno para mí que la aventura que fue mi vida de joven. La sigo viviendo haciendo trasposiciones: no hago lo que hacía, hago lo que debo de hacer y eso es ser joven.

«Mi juventud no tiene nada de extraordinaria si no fuera por la generación de la que soy parte. Ya desde el Instituto de La Habana donde estudié, empecé a tener vida política, a inquietarme. Toda aquella generación —me refiero en este caso a una parte de ella, la generación habanera— tenía una vanguardia. Y esa vanguardia de la que fui parte vivía en una inquietud permanente de insatisfacción por la situación del país y de expresión antimperialista.

«Esa fue una característica muy importante de nuestra generación habanera en el Instituto. Eran los años que siguieron a la Guerra Civil Española. En la época una gran parte de la población cubana eran nietos o hijos de españoles, y esto, como he dicho otras veces, incluía a los mestizos, aunque fueran una mezcla afrocubano-hispánica. De tal suerte lo que pasaba en España se reflejó en todos nosotros.

«Estudiamos toda la filosofía desde la Revolución francesa; fue una generación muy estudiosa y recuerdo a muchos de mis compañeros del Instituto de La Habana tan inquietos como estudiosos. Creo que la época se prestaba para ello porque estaba toda esa resonancia de la República española, del exilio español en Cuba, pero también vinieron algunos de los intelectuales más destacados de la República, no solo poetas y profesores, sino pensadores muy especiales.

«Algunos de ellos llegaron a integrarse de tal modo que la gente no se da cuenta cuando lee las publicaciones de la época, entre ellos Gustavo Pitaluga, que escribió un libro sobre Cuba que se llamó Diálogo con el destino, y que todos leímos.

«Claro, no eran solo los exilados republicanos, porque inmediatamente después de la derrota de la República y de este exilio masivo a América comenzó la Segunda Guerra Mundial y eso produjo una efervescencia enorme. Y también, no diría que terror ante el triunfo del nazismo, sino la esperanza en la derrota del nazismo y la admiración por los combatientes antifascistas; en este caso principalmente antinazistas, porque los más crueles fueron sin duda los italianos.

«Al mismo tiempo, eso provocó una pasión de amor, confianza y esperanza en la Unión Soviética, el primer país socialista que había surgido y había tenido
muchos enemigos, pero en ese momento se convierte en una esperanza de la humanidad.

«También nos tocó al final de esa guerra mundial un período corto de esperanza, antes de que se desencadenara por completo la Guerra Fría. Es decir, toda esta generación creyó que había llegado el momento del mundo en que primarían la fraternidad, la confianza; se produjo el proceso de descolonización, a veces forzada por el combate y otras por cambios en la forma de colonización.

«Al final de mis estudios en el Instituto de La Habana y la cercanía de entrada a la universidad, bajo la influencia de algunos de esos profesores españoles, devine, y me fue fácil porque era parte de mi naturaleza, anarquista. Me afilié, milité en una organización que se llamaba Alianza Revolucionaria, en la cual solo Lionel Soto y yo éramos los únicos blancos. Todos eran negros estibadores del puerto y eso me hizo salir de mi medio y empezar a comprender otras capas de la población más sufridas, conocí a los trabajadores de verdad; trabajando y queriendo la transformación del mundo con una determinada idea.

«Esa idea, la del anarquista, da la impresión de un loco con cuatro bombas en la cintura. Algo puede haber de eso, pero lo fundamental en el pensamiento anarquista es la libertad. Prefiero, aunque no rechazo nada, hablar de pensamiento libertario, pero claro, aquella organización era anarquista.

«Estudiando el pensamiento anarquista libertario encontré los libros marxistas contra el anarquismo y lentamente, por esa vía, me fui transformando hacia el marxismo, primero a modo de inquietud y después de un modo radical.

«Curiosamente, y esto es algo más personal, pero lo tengo grabado en la mente, he vivido dos momentos que estarán en mis memorias. Cuando tenía ocho años vivía en el Malecón y mi familia entonces tenía una fuerte tendencia guiterista (Antonio Guiteras) y me tocó ver desde el balcón de casa a la Escuadra norteamericana bloqueando a Cuba. Era una curiosidad enorme de aquel niño estar mirando para verlos, de oír a su familia y de aprender antes que comprender, que Cuba tenía al imperialismo norteamericano como una bota encima.

«Cuando pasaron los años y estaba en el Instituto me costó mucho trabajo. Yo era muy tímido y lo sigo siendo; toda mi agresividad política parte de una superación de la timidez: tener amigos, no porque no se me acercaban los compañeros, sino porque yo no deseaba la amistad de nadie.

«Pero, finalmente tuve un amigo, un jovencito norteamericano. Nuestra amistad surgió a base de discusiones. Por paradojas de la vida él era comunista; hijo de una familia burguesa que había traído los hijos a Cuba para que no los pudieran reclutar. Eran dos hermanos. El mayor estaba en la Armada norteamericana en una base aérea que tenían en San Antonio de los Baños. El menor fue el que coincidió conmigo.

«Resulta que era un comunista que me quería convertir al comunismo y yo lo quería convertir al anarquismo. Por tanto, mi enfrentamiento ideológico inicial fue con un norteamericano mejor que yo.

«Pasaron los años, y el día en que entré a la universidad, yo con 19 años, nos conocimos Fidel y yo, del modo más extraño. Aunque no soy religioso decía y sigo diciendo que tengo protección de “los dioses”. A veces creo en el Dios que proclama el catolicismo, pero a veces también en Changó. Y esto lo digo porque en la calle se me acerca una santera del barrio que me dice: Changó. Y yo mismo, que no entiendo del todo, de todas maneras, he llegado a la conclusión de que, o un arcángel o un orisha, andan por ahí.

Alfredo Guevara (a la izquierda) junto a Fidel, Nicolás Guillén y Alejo Carpentier. Foto: Archivo de JR.

«Porque siempre me salen las cosas bien, al final, y aunque haya pasado por mucho que no voy a narrar aquí, estoy vivo. Conversando con Silvio Rodríguez un día y hablando de estas cosas (que conste que yo siempre no estoy hablando del pasado; siempre estoy hablando del futuro), él puso una cierta cara de asombro y le dije: Mira, Silvio, hay que creer en los milagros. Hay un milagro: que estoy vivo. Pero hay un milagro mucho mayor: Fidel está vivo.

«Las cosas que vivimos juntos, sin llegar a la Sierra, donde nunca estuve porque soy un hombre del asfalto y preferí combatir en La Habana, hubieran
sido suficientes para que ni él ni yo estuviéramos.

«Pero empecé hablando de arcángeles y orishas y pasó algo estrafalario, extrañísimo, digno de una película: vino un joven cuyo rostro se me ha desdibujado, y me dijo, ese día primero: “Tú no me conoces, pero yo a ti sí. Tienes que ir a la Facultad de Derecho a conocer a un muchacho que tiene una agitación tremenda allí y que debe ser tu amigo”.

«Comprendan que yo no era quien soy ni fui más tarde. Simplemente era un muchacho que quería ganar las elecciones estudiantiles en la Facultad de Filosofía para llegar a la FEU (Federación Estudiantil Universitaria). Después de un tiempo me dije: no pierdo nada, déjame ir a ver al chiquito ese. Y me encontré a un agitador estrella que miré con preocupación porque averigüé un poco de él; sabía que venía de una escuela privada católica y pensé: este debe ser un reaccionario, cualquiera sabe lo que va a pasar.

«Pasaron los días, las semanas, nos fuimos conociendo y tuve una suerte tremenda porque yo quería conquistarlo. Miren qué pretencioso, no sabía quién iba a ser. Y resulta que tuvo la buena idea de enamorarse de una muchacha preciosa que formaba parte de mi candidatura en Filosofía, Mirta Díaz Balart. Ya no tenía que ir a Derecho porque él venía a Filosofía a conquistar a Mirta y, en mi fuero interno, a dejarse conquistar por mí.

«Entonces mi vida cambió, no en ese instante porque era turbulenta la época. Pero lentamente pasaron cosas muy importantes en nuestras vidas. En el año 1947 Fidel me hizo la primera proposición de algo que nos llevaría al poder. Un año después nos vimos envueltos en El Bogotazo y poco después yo salí para Europa, donde permanecí hasta 1951, y entonces se separaron nuestras vidas.

«Tuve otras experiencias y, entre ellas, una excepcional: era vicepresidente de la Unión Internacional de Estudiantes y era el único que tenía visa abierta para Occidente; por lo tanto, tuve que atender la Unión de estudiantes de Italia y de Francia. Resulta que fui seleccionado para ir en una delegación de estudiantes universitarios de todo el mundo. Y cuando regresé a Cuba dieron el golpe de Estado. En esos meses previos al golpe ya tenía una relación muy estrecha con Eduardo Chibás y unos supuestos amigos me invitaron a comer pollo frito en las afueras de la ciudad, y de buenas a primeras entramos en Cuquines, la finca y mansión de Fulgencio Batista, y yo pregunté: “pero qué es esto”. De buenas a primeras me quedé solo en la terraza, desapareció todo el mundo y salió Batista. Se sentó en un sillón al lado mío, me saludó. Yo me quedé paralizado. Nunca lo había visto tan de cerca, era un mayoral bananero bien vestido. Cruzó las piernas, me empezó a hablar y al ratico llegó al punto. Me ofrecía la dirección de la juventud de su Partido. Quería una figura juvenil y yo no sabía qué hacer, tenía mis principios firmes, pero él era un hombre temible.

«Entonces no me quedó más remedio que hacer lo que hice. Le dije: “mire, sé que la vida es muy compleja y que a veces los dirigentes políticos son calumniados, pero mientras yo no tenga la seguridad de que usted no ha participado en la muerte de Antonio Guiteras, me parece imposible“. Siguió conversando tranquilamente, no se molestó y unos minutos después se levantó, desapareció; reaparecieron mis amigos enemigos, traidores a mí. Se acabó aquella amistad y me quedé yo traumatizado por aquello. Unos meses después dio el golpe de Estado.

«Creo que yo fui detenido nada más que para darme una lección, porque entre las primeras personas que estuvieron presas tras el golpe de Estado estuve yo. No me pasó nada en esa ocasión, estuve unos días y luego me soltaron. Pero, a partir de ahí, la represión que primero era relativamente leve se recrudeció.

«Le propuse a Fidel volver a la universidad de donde ya habíamos salido, matricularnos y tomarla, por ser plaza autónoma. Él se me desapareció unos días y cuando reapareció ya estaba conspirando; porque fue un conspirador nato. Preparó prácticamente un ejército que nadie se daba cuenta de que existía. Desde el 47 ya habíamos acumulado armas. Cuando salió la manifestación en la universidad quedó un pequeño grupo armado y los que marchaban quedaron custodiados por compañeros que después resultaron ser los asaltantes del cuartel Moncada en Santiago de Cuba.

«A partir del Moncada sentí que se había acabado la lucha de masas, el Frente Único… la sangre derramada allí marcaba otro camino».

—Alfredo, ¿cuándo se acabó su juventud?

—No se ha acabado. He dicho públicamente que soy un joven en una burbuja que me ha forzado a tener un cuerpo viejo.

—¿Y qué es la juventud?

—Ser joven es ser revolucionario. Pero ser revolucionario no es lo que dicen por ahí, ni tampoco ser miembro activo de una organización, nada de eso, y menos darse golpes de pecho en las asambleas. Ser joven es ser revolucionador de la realidad. Por eso he dicho muchas veces que cuando los escritores, los artistas, los intelectuales que llamaba Gramsci orgánicos y los semiorgánicos también, son sinceros y no simuladores, son revolucionarios por definición, porque se la pasan transformando la realidad. También los científicos, enriqueciendo la realidad con sus investigaciones, arrancándole pedazos al misterio de la vida y de la muerte.

«El ideal es que cada ser humano pudiera desplegar todas sus cualidades de modo tal que en ese despliegue encontrara, porque todo ser humano tiene algo de artista, la belleza. Si la descubre la ama; y si la descubre y la ama la enriquece. Eso es lo que es ser joven: revolucionar, revolucionar, revolucionarnos nosotros mismos».

—A veces se escuchan expresiones sobre los jóvenes de hoy que son hasta despectivas, al estilo de «esta juventud está perdida». ¿Cuál es su visión sobre esta juventud de nuestros días y qué le pediría?

—Yo no desprecio a nadie. Creo que todos nuestros contemporáneos son potencialidades. En lo que creo de mi pueblo, y por eso lo amo, es en su potencialidad. Esas potencialidades entre la colonia, el imperialismo, el bloqueo y la estupidez no se han desplegado suficientemente. No sé si estoy describiendo más bien la esperanza. Pero la esperanza que no es ayudada no sirve para nada.

«La tarea de la generación mayor y de la vanguardia de la juventud es construir las condiciones para que ese despliegue de las potencialidades se produzca. Hay una parte de la juventud cubana que estamos perdiéndola los revolucionarios, porque el lenguaje no puede ser el que tenemos, el que sigue teniendo nuestra generación. Todo lenguaje es un sistema de signos que expresa a su vez un sistema de conceptos. Creo que hay que cambiar conceptos y cambiar el lenguaje. Hemos cambiado algunas concepciones, pero no hemos cambiado el lenguaje. Los jóvenes tienen que ser ellos a toda costa y hay que aprender a, cuando sea necesario, nadar contra la corriente».

—¿Qué les recomienda a los jóvenes para ser mejores cubanos?

—Luchar por que Cuba sea mejor y los problemas que tenemos sean superados. Hay problemas que no dependen de nosotros: el bloqueo, la presión sobre Cuba; pero hay cosas que sí dependen de nosotros, y de algunas de nuestras estructuras estatales y nuestros dirigentes. Como soy un optimista profesional, creo que sí se van a superar, y más o menos pronto, algunos de los fundamentales. Algunos no tan fundamentales que pueden establecer un cierto nivel de consenso en la población, imprescindibles para poder trabajar después sobre ellos las vanguardias y tratar de rescatarlos. Pero a los jóvenes no se les puede rescatar con consignas, sino con realidades.

«Para ser mejores cubanos lo más importante es participar, no callar, denunciar lo mal hecho con conciencia, con seguridad de lo que se hace y dice, y no ser pasota. No dejar pasar pensando que ya no vale la pena. Para ser mejor cubano hay que ser mejor persona siempre, en cualquier circunstancia. Y ser mejor persona es ante todo ver reflejado en el otro a uno mismo. Es decir: ser solidario».

Publicado en Uncategorized | Deja un comentario

Observando la política de Estados Unidos hacia Cuba en el teatro del absurdo

Por: William M. LeoGrande

Tratar de darle sentido a la política estadounidense hacia Cuba es como tratar de darle sentido a una obra de teatro del absurdo. Los argumentos ofrecidos por los defensores de esta política no tienen sentido y, cuando intentan explicarlos, suenan como personajes de una obra de Ionesco. Las recientes propuestas legislativas de miembros cubanoamericanos de la Cámara de Representantes son buenos ejemplos.

El representante Mario Díaz-Balart (R-Fla.), presidente del Subcomité de Asignaciones para Operaciones Extranjeras, y la representante María Elvira Salazar (R-Fla.), presidenta del Subcomité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes para el Hemisferio Occidental, propusieron recientemente nuevos sanciones que ponen cerrojo a la designación infundada de Cuba como patrocinador del terrorismo internacional, bloquean la asistencia al sector privado cubano con el argumento de que no existe y castigan a los países que acogen misiones médicas cubanas por practicar la “esclavitud moderna”. Las dos últimas propuestas se convirtieron en ley en el proyecto de ley de asignaciones generales aprobado el mes pasado para evitar un cierre del gobierno.

Cuba está en la lista de terrorismo del Departamento de Estado, a pesar de que el último Informe Nacional sobre Terrorismo de ese Departamento no ofrece evidencia de que La Habana participe en terrorismo internacional. Cita el hecho de que Cuba haya albergado a fugitivos estadounidenses que cometieron crímenes por motivos políticos en Estados Unidos hace más de 40 años. Mientras tanto, Estados Unidos acogió durante años a notorios exiliados cubanos como Orlando Bosch y Luis Posada Carriles, culpables de innumerables ataques terroristas contra Cuba, incluido el bombardeo de un vuelo de una aerolínea cubana, matando a las 73 personas a bordo y el bombardeo de hoteles turísticos en La Habana.

Al principio de la administración Biden, la Casa Blanca dijo que estaba “comprometida a revisar cuidadosamente” la designación de Cuba, y en octubre de 2022, el Secretario de Estado Antony Blinken le dijo al presidente de Colombia Gustavo Petro: “Seguiremos revisándolas según sea necesario para ver si Cuba sigue mereciendo esa designación”. Pero apenas cinco meses después, dijo al Congreso: “No planeamos eliminarlos de la lista”. El subsecretario de Estado adjunto, Eric Jacobstein, dijo a un grupo de legisladores demócratas que, contrariamente a lo que les habían dicho anteriormente, no había ninguna revisión en curso de la designación de Cuba.

Cuando se le preguntó en una conferencia de prensa de 2023 por qué Cuba todavía estaba en la lista de terrorismo, un portavoz del Departamento de Estado respondió que se debía al “largo historial de atroces abusos contra los derechos humanos, la supresión de la libertad de prensa y la supresión de la sociedad civil” de Cuba, que ha nada que ver con el terrorismo internacional. El funcionario también reconoció, ajeno a la ironía, que los gobiernos de Estados Unidos y Cuba participan regularmente en conversaciones de cooperación antiterrorista bajo los auspicios de un acuerdo de aplicación de la ley celebrado durante la administración Obama.

El año pasado, Díaz-Balart se unió a Salazar para patrocinar un proyecto de ley que impide a la administración Biden eliminar a Cuba de la lista de terrorismo hasta que se convierta en una democracia multipartidista. Aunque es poco probable que el proyecto de ley se convierta en ley en este Congreso, su desprecio por los criterios legales para designar a un país como patrocinador del terrorismo recuerda la declaración de Humpty Dumpty enAlicia en el país de las maravillas : “Cuando uso una palabra, significa exactamente lo que yo elijo que signifique”.

Díaz-Balart tuvo mejor suerte con la apropiación general. Cuando el Congreso no logra hacer su trabajo al aprobar los 12 proyectos de ley de asignaciones que financian al gobierno, recurre a asignaciones generales que agrupan todos los proyectos de ley inacabados en un solo proyecto de ley que debe aprobarse para evitar un cierre del gobierno. Todo tipo de medidas dudosas se abren paso en los créditos generales porque simplemente no hay tiempo para filtrarlas todas. Como presidente del Subcomité de Asignaciones para Operaciones Extranjeras, Díaz-Balart estaba perfectamente posicionado para insertar nuevas sanciones a Cuba en el ómnibus.

La asignación ómnibus prohíbe a la administración Biden apoyar al emergente sector privado cubano de unas 10.000 nuevas empresas, a pesar de que promover la empresa privada ha sido la política estadounidense durante los presidentes Obama, Trump y Biden. El representante Salazar llama al sector privado un “mito” porque algunas de las empresas son propiedad de familiares de funcionarios del gobierno, aunque la gran mayoría no lo es. Hace un año, Díaz-Balart obligó a la administración Biden a abandonar sus planes de ayudar al sector privado al amenazar con bloquear la ayuda a Ucrania. Su lenguaje sobre asignaciones , ahora ley, bloquea la financiación estadounidense para “la promoción empresarial, la reforma económica [o] el espíritu empresarial” en Cuba.

Otra disposición de la asignación ómnibus castigaría a los países que pagan a Cuba por brindar servicios médicos con el argumento de que dichos contratos constituyen una “ esclavitud moderna ”. Desde la década de 1960, Cuba ha enviado unos 400.000 profesionales médicos a prestar servicios en 164 países, pero en las últimas dos décadas los contratos de servicios médicos se han convertido en una importante fuente de ingresos en divisas.

En 2006, el presidente George W. Bush comenzó a ofrecer entrada a Estados Unidos y un camino rápido hacia la ciudadanía para incitar a los médicos cubanos que prestaban servicios en el extranjero a desertar. Algunos de los que desertaron criticaron la presión ejercida sobre ellos para servir en el extranjero, las duras y restrictivas condiciones laborales y el porcentaje de los honorarios contractuales que recibían. Por el contrario, los médicos que participan en los programas informan que se ofrecieron como voluntarios porque los salarios son significativamente más altos que sus salarios en Cuba y por el deseo de ayudar a las personas necesitadas.

Durante la administración Obama, personal médico estadounidense y cubano trabajaron juntos en Haití después del terremoto de 2010 y en África occidental para luchar contra el brote del virus del Ébola . El presidente Obama, en su discurso de 2016 al pueblo cubano, elogió el internacionalismo médico de Cuba y dijo: «Nadie debería negar el servicio que miles de médicos cubanos han brindado a los pobres y a los que sufren». Pero los republicanos cubanoamericanos lo niegan.

La versión original de la Cámara de Representantes de la asignación para operaciones extranjeras que salió del subcomité de Díaz-Balart y fue aprobada por la Cámara habría cortado la asistencia de Estados Unidos a la Organización Panamericana de la Salud y a todos los países y organizaciones internacionales que tienen contratos médicos con Cuba. Esas disposiciones no llegaron a formar parte de la legislación general final. Pero el proyecto de ley aprobado niega la entrada a Estados Unidos y amenaza con sanciones financieras contra “funcionarios de gobiernos extranjeros y sus familiares inmediatos” cuyos gobiernos tengan contratos de servicios médicos con Cuba.

Cuba tiene personal médico que presta servicios en el extranjero en docenas de países, incluidos México, Italia, Qatar, Jamaica, varios estados más pequeños del Caribe e Irlanda del Norte. ¿Es realmente de interés nacional de Estados Unidos prohibir la entrada de sus funcionarios gubernamentales a Estados Unidos? ¿Sobreviviría a tal prohibición la indispensable cooperación de México en materia de migración y narcotráfico? Afortunadamente, durante las negociaciones sobre el proyecto de ley general final, prevalecieron las cabezas más frías e hicieron que estas sanciones estuvieran sujetas a una exención presidencial. Pero siguen siendo la ley del país, y Washington se arroga una vez más el derecho de sancionar a otros países por sus relaciones con Cuba, como si ni su soberanía ni la de Cuba contaran para nada en Washington.

Ése es el último absurdo de la política de Estados Unidos hacia Cuba. No es sólo que gran parte de esto se base en premisas falsas y hechos distorsionados. Es que un pequeño grupo de legisladores cubanoamericanos conservadores, obsesionados con reducir a Cuba a la miseria, han podido dictar políticas que dañan intereses más amplios de Estados Unidos en América Latina, Europa y el Sur Global. Se salen con la suya porque ningún tema es más importante para ellos que Cuba, y Cuba no es lo suficientemente importante para Biden como para enfrentarlos.

Estas pólizas no son gratuitas. Como agua que gotea sobre una piedra, erosionan gradualmente la buena voluntad de otros países, disminuyendo el “poder blando” de Washington. La acumulación de daños queda reflejada en la votación anual en la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre la resolución de Cuba que condena el embargo estadounidense. Cuando la resolución se presentó por primera vez en 1992, fue aprobada con 59 países a favor, 3 en contra (Estados Unidos, Israel y Rumania) y una mayoría, 71 abstenciones. El año pasado 187 países votaron a favor de la resolución . Ucrania se abstuvo y sólo Israel se unió a Estados Unidos en el voto no.

Cuando los patriotas estadounidenses declararon su independencia de la corona británica, detallaron sus razones en la Declaración de Independencia por “un respeto digno a las opiniones de la humanidad”. Ese respeto no es una virtud que los políticos de Washington deban abandonar sólo porque Estados Unidos se ha convertido en una superpotencia.

(Tomado de Responsible Statecraft / Traducción revisada al español de Cubadebate)

Publicado en Uncategorized | Deja un comentario

Otro asalto a la razón: Notas para el Coloquio Patria

1- “El rasguño en la piedra”

Por: Abel Prieto Jiménez

 Agradezco a Rosa Miriam, a Ronquillo, a los organizadores de este Coloquio Patria, la invitación que me hicieron para intervenir aquí hoy, en un evento de tanta trascendencia.

Me da una gran alegría dar la bienvenida a las amigas y a los amigos que están en la primera línea de un combate tan complejo como es el de la comunicación en tiempos cruciales, en tiempos de posverdad y de colonización 2.0, en tiempos de neofascismo, en tiempos de barbarie. Gracias por venir a Cuba en este momento, en que se multiplican las agresiones de toda índole contra la Revolución.

Bienvenidas todas, bienvenidos todos. Es muy importante que ustedes nos traigan sus experiencias, sus ideas, sus propuestas, en esta época tan difícil, en que resulta más trabajoso que nunca antes llevar adelante aquella misión que se propuso el poeta cubano José Lezama Lima.

Ante el muro levantado por la estupidez, por la incultura, por la codicia, por la mediocridad presuntuosa, Lezama nos sugirió que hiciéramos un rasguño en la piedra. Esa exhortación de Lezama tenemos que aplicarla al discurso hegemónico, al discurso imperial. Debemos hacer un rasguño en la muralla de artificios, embustes y calumnias, e introducir a través de ese rasguño nuestras verdades, nuestros argumentos, y hacer lo posible por convertir el rasguño en una grieta cada vez mayor.

 2- La crisis ética: “todo está permitido”

Hoy la crisis cultural es evidente. Y, con ella, acompañándola paso a paso, se ha hecho también muy evidente la crisis ética.

El horror, el sadismo, la crueldad, se nos presentan todos los días y a todas horas en nuestros móviles. Es una época en que aquella frase del personaje de Dostoievski, Iván Karamazov, tiene una vigencia que da escalofríos: “Si Dios no existe, todo está permitido”, eso dijo cínicamente Iván Karamazov, eso repiten cínicamente los poderosos de este mundo.

Para Israel, para Estados Unidos, para quienes apoyan el genocidio contra el pueblo palestino, todo está permitido.

Para quienes desde el Norte se empeñan en castigar con crueldad a los pueblos que han decidido gobernarse soberanamente; para quienes (en el colmo de la soberbia imperial) se erigen en jueces universales y reparten desde su Olimpo condenas y escarmientos; para quienes utilizan contra la Venezuela bolivariana todos los juegos sucios posibles, desde planes de magnicidio hasta el apoyo grosero a una supuesta “oposición” al servicio de Washington, todo está permitido.

El gobierno norteamericano acaba de renovar, incluso, la orden ejecutiva de Obama del año 2015, que designa a Venezuela como “una amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y a la política exterior de los EEUU”. Se trata de un instrumento aberrante que se ha empleado para justificar las agresiones contra ese pueblo, porque son contra el pueblo, sin ninguna duda, lo repitió ahora la Cancillería venezolana. Esa orden ejecutiva funciona “como un castigo colectivo”. Y llegan a extremos grotescos, como secuestrar un avión y destruirlo.  Para ellos, sin ninguna duda, como diría Iván Karamazov, todo está permitido.

Atilio Borón escribió, indignado, un texto formidable para comentar este capítulo vergonzoso de la política yanqui contra Venezuela:

“La destrucción del avión venezolano de EMTRASUR (…) demuestra con elocuencia el culto a la violencia, la destrucción y la muerte que caracterizan no solo a la política sino a la cultura estadounidense. (…) El goce obtenido por la destrucción de la aeronave (…) habla de la perversión moral que corroe las entrañas del imperio (…), de su prepotencia, de su brutalidad, de su falta absoluta de respeto por las leyes y el derecho internacionales. Martí lo advirtió: Creen en la necesidad, en el derecho bárbaro, como único derecho: יּesto será nuestro porque lo necesitamosיּ. O porque así lo queremos, no importa el daño que causemos a los demás…”

“Creen en el derecho bárbaro como único derecho”, así sintetizó Martí la filosofía del Imperio, en 1891, a partir de la Conferencia Monetaria de las Repúblicas de América, y hoy, más de 130 años después, esa sigue siendo su filosofía. Atilio habla del “goce” obtenido con ese hecho abominable y de la “perversión moral” que implica lo que hicieron con el avión venezolano. Es algo morboso, ese placer de destruir algo que pertenece a un enemigo.

Por supuesto, para los que quieren acabar con la Revolución Cubana todo está permitido. (Es obvio que también contra el pueblo cubano aplican un “castigo colectivo”). Para los que reforzaron el bloqueo contra Cuba en medio de la pandemia, viendo una oportunidad única para aniquilar a la Revolución Cubana, todo está permitido. Para aquellos que nos negaron el oxígeno medicinal y los ventiladores pulmonares, para quienes volvieron a incluirnos en la lista de patrocinadores del terrorismo, para quienes aspiran a rendirnos por hambre, por asfixia, para ellos también, evidentemente, todo está permitido.

Para los que organizaron ayer una nueva provocación contra Cuba con propósitos desestabilizadores, para los que mintieron impúdicamente ayer y mienten siempre, para los funcionarios de la embajada de EEUU en la Habana, quienes, en el colmo del cinismo, manifestaron sus preocupaciones por los derechos humanos del pueblo cubano, para ellos, todo está permitido.

3- Otro asalto a la razón

He titulado estas notas “Otro asalto a la razón”, aludiendo a un ensayo imprescindible que nos dejó el pensador marxista húngaro Georg Lukács. Su título es El asalto a la razón. La trayectoria del irracionalismo desde Schelling hasta Hitler y nos revela cómo la filosofía burguesa rompió con la racionalidad de la Ilustración, fue haciéndose más y más reaccionaria, más y más mediocre, hasta que terminó cayendo en brazos del fascismo.

Es muy evidente que, en la actualidad, en pleno siglo XXI, vivimos otro asalto a la razón, no guiados por Schelling ni por ningún filósofo irracionalista; sino por una industria del entretenimiento que fomenta en los receptores una adicción invencible por los estereotipos y las fábulas triviales, por el impacto abrumador de las redes digitales, por la fragmentación de los mensajes, por la invasión arrolladora de la cultura chatarra.

La carencia de sentido histórico, la desmemoria, el rechazo al más mínimo desafío intelectual, el culto a “vivir el instante” y a todo aquello que es “entretenido”, el vacío, la superficialidad, la tontería, los chismes de los “famosos”, toda esa carga cae día a día sobre las nuevas generaciones y las prepara para recibir el adoctrinamiento del neofascismo y terminar siguiendo a cualquier demagogo.

Hace dos años, en la edición del Coloquio Patria que sesionó en la Casa de las Américas, el compañero Gustavo Borges, de la Venezuela Bolivariana, líder de una de las experiencias más exitosas que hemos tenido en la batalla comunicacional, Misión Verdad, habló del “descalabro de los llamados valores occidentales, pretendidamente globales, fundados en las ideas que inspiraron profundos cambios culturales y sociales en la época de la Ilustración… La libertad, la igualdad, la fraternidad, la supuesta confianza en el razonamiento humano, el combate a la ignorancia, las odas al conocimiento, la razón y el criterio propio. Todas estas ideas (…) están en un colapso probablemente terminal”.

La demagogia fascista, basada en mensajes simples, muy rudimentarios, con una fuerte carga emotiva, en el más puro estilo de Goebbels, encuentra un terreno propicio en la regresión cultural e intelectual contemporánea.

Ignacio Ramonet, en La era del conspiracionismo: Trump, el culto a la mentira y el asalto al capitolio, examina hasta dónde ha llegado el delirio irracional del nuevo fascismo. Hace un repaso de las obsesiones más extravagantes que mueven a los seguidores de estos furibundos movimientos reaccionarios, desde aquellos que creen firmemente en que la Tierra es plana, hasta los que viven alarmados por la conspiración global de criminales y pedófilos del Partido Demócrata, opuestos a los valores familiares y cristianos y a Trump.

Frei Betto, en su conferencia “Redes digitales y educación: el secuestro de la subjetividad por el capitalismo”, dijo que “investigaciones realizadas en Brasil arrojan que los niños y jóvenes enviciados con internet presentan una considerable pérdida de la capacidad de memorización, redacción e interpretación de textos, y de expresión oral. Y muestran cada vez menos interés por la literatura. Saben usar un móvil, pero no siempre saben reflexionar”.

Esto, obviamente, no sucede solo en Brasil. Los resultados de pruebas internacionales que miden las habilidades de estudiantes de enseñanza media certifican los retrocesos dramáticos a nivel mundial en la destreza para el análisis, en la expresión oral y escrita.

Una evaluación de la “comprensión lectora” descubrió que, en Europa, en América Latina, en todas partes, se había descendido en ese índice. Algunos culparon a la pandemia; pero pedagogos acreditados dijeron que el problema es anterior a la Covid-19 y tiene que ver con un modelo educativo que se ha ido haciendo más y más “mediocre”.

El hecho es que, en móviles, tablets, en libros de papel, se lee cada vez menos. Y ha bajado la calidad de lo que se lee. Los libros de autoayuda se han convertido en una plaga. Otra plaga son las memorias que les escriben por encargo a los “famosos” para que luego las firmen y las promuevan. La inteligencia, el pensamiento, la auténtica cultura, el humanismo, están rodeados por una marea densa y opresiva.

Mientras se verifica ese repliegue global de indicadores que miden la calidad de la enseñanza y sus frutos, la estética del reality show contagia a la política, a los políticos, a la vida privada y a la pública. Una vigorosa amnesia inducida provoca el desinterés cada vez mayor por las humanidades y en particular por la historia.

En las redes predomina el intercambio emocional por sobre el diálogo. No invitan a la reflexión. Al contrario, conducen a sus usuarios a reaccionar con furia, rencor, indignación, ante la lluvia incesante de mensajes que cae sobre ellos. A través de las redes, se produce un perverso influjo en la zona irracional del ser humano —y esto es algo que el nuevo fascismo ha aprovechado con mucho éxito.

“El odio permea las redes digitales”, subraya Frei Betto. Además, “pueden asesinar reputaciones, inducir a la violencia, exacerbar el individualismo y el narcicismo”. Hay que impedir, nos dice, “que la cultura del odio prevalezca sobre la cultura del respeto y la solidaridad”.

¿Cómo cerrarle el paso a la cultura del odio? ¿Cómo levantar aquellas “trincheras de ideas” que Martí consideraba más resistentes y eficaces que las “trincheras de piedras”? 

Los educadores tienen que luchar contra los efectos negativos de las nuevas tecnologías en la capacidad de concentración de los alumnos, la cual, según muchos estudios, también ha disminuido drásticamente. En este proceso interviene la lógica empresarial de las corporaciones propietarias de las redes digitales, que obtienen ventajas económicas cuando el tráfico se hace más intenso. De ahí que se favorezca la tendencia a pasar rápidamente de un asunto a otro y a rehuir los temas que requieren una mirada más detenida.

Alessandro Baricco habló, con razón, del “surfeo” sobre la información, a partir de la inclinación a deslizarse sobre la masa de noticias y mensajes que llueven sobre nosotros y a no profundizar jamás. La superficialidad y la pereza intelectual son rasgos esenciales de la crisis cultural contemporánea.

4- El pobre de derecha

 Fidel, en aquel discurso suyo tan estremecedor del 17 de noviembre de 2005, nos previno sobre cómo la maquinaria de dominación cultural ejercida por las grandes corporaciones y por el imperialismo hace gastos millonarios en publicidad para crear “reflejos condicionados”. Y concluyó: “La mentira afecta el conocimiento”; pero “el reflejo condicionado afecta la capacidad de pensar”. Se adelantó así a los debates que hay en la actualidad sobre los efectos de las redes digitales, que te empujan a la reacción inmediata, abrupta, irracional.

Fidel nos invitó a reflexionar en aquel discurso sobre cómo esos reflejos pueden llevar a mucha gente a opinar contra su propia clase social: “Dicen que ‘el socialismo es malo’, y, por reflejo, “todos los ignorantes y todos los pobres y todos los explotados repiten: יּEl socialismo es malo. El comunismo es maloיּ…”

Expuso así, de modo inmejorable, cómo la suma de la ignorancia y la influencia de los medios y de la publicidad engendra al pobre de derecha, a ese infeliz que opina y vota y apoya a sus explotadores, a demagogos, a fascistas, a quienes lo desprecian y lo utilizan.

Un amigo del capítulo italiano de la Red En Defensa de la Humanidad me decía con dolor que muchas personas pobres de los suburbios de grandes ciudades de Italia se han convertido en seguidores del fascismo. En Francia y en España también se han publicado valoraciones en torno a este tema.

Hace algunos años, un profesor brasileño, de la Universidad de Alagoas, publicó un artículo muy crítico contra ese pobre de derecha, que niega su origen social, sueña con llegar a convertirse en explotador, quiere parecer un burgués “y ladra y se porta como un pitbull en defensa de gobiernos de contenido fascista”. Por Bolsonaro, como se sabe, votó mucha gente pobre, muchísimos empujados por líderes religiosos fundamentalistas que hicieron campaña contra Lula en las redes a través de invenciones absurdas.

Según estudiosos del tema, en Brasil, desde la década de 1950, el protestantismo evangélico se ha extendido por todo el país, y está muy arraigado entre personas negras y pobres, con una fuerte presencia de mujeres.

5- El cristo-neofascismo

El teólogo español Juan José Tamayo ha estudiado los vínculos del fascismo actual con líderes y movimientos religiosos muy reaccionarios. Creó el término “cristo-neofascismo” para identificar la alianza de la extrema derecha “y los movimientos cristianos integristas, que cuentan con el apoyo de dirigentes eclesiásticos críticos con el Papa Francisco”.

Sobre ese tema, en específico sobre la presencia en América Latina de estos cristianos fundamentalistas, Enrique Ubieta le hizo una entrevista a Frei Betto para la revista Cuba Socialista. Según Betto, el fundamentalismo religioso cobró mucha fuerza en los EEUU cuando descubrieron “que a través del evangelismo se podía movilizar a las masas” y “cuando Rockefeller constata que la teología de la liberación es más peligrosa que el marxismo”. Pone como ejemplo a Pat Robertson, “dueño de la Coalición Evangélica y de un sistema de medios de comunicación”, quien “fue responsable de la elección de Bush y ejerció mucha influencia en la elección de Trump”.

Ese fundamentalismo, asegura Betto, manipula a la gente para que llegue a creer “que existe una intervención directa de Dios en la elección de los candidatos”. Se trata de un mandato divino: “Trump tiene que ser elegido porque solamente él es capaz de garantizar que los valores religiosos sean preservados, la lucha contra el aborto, contra el matrimonio igualitario, contra todo lo que huela a comunismo, a izquierdismo, a progresismo”.

El académico e investigador español Juan Pablo Somiedo García, en su valioso estudio “La influencia de la geopolítica estadounidense en la Teología de la Liberación latinoamericana en el período 1960-1990”, se refiere al Informe Rockefeller de 1969 como la primera evaluación crítica de la Teología de la Liberación: la Iglesia ya no es un aliado seguro para los EEUU y se ha convertido más bien “en un centro peligroso de revolución potencial”. De ahí que proponga “contrarrestar la influencia de la Iglesia católica con la de otro tipo de iglesias o sectas protestantes más afines con los intereses de los EEUU en el continente”. Más tarde “se confeccionarían los documentos secretos de Santa Fe (…), la base de la doctrina ético-religiosa de la administración Reagan para el continente latinoamericano”, que debe “combatir por todos los medios a la Teología de la Liberación y controlar los medios de comunicación de masas para contrarrestar la mala imagen de los EEUU en la región”. En 1981 se crea “el Instituto de Democracia y Religión para integrar a todas las iglesias evangélicas y financiar su predicación en el continente”.

“¿Por qué los fundamentalistas han ganado tanto espacio en las capas más humildes de América Latina?”, le pregunta Ubieta a Frei Betto. Betto habla, en primer lugar, del dinero, “tienen mucho dinero, que viene de los Estados Unidos”. Y reciben muchas donaciones, “porque crean toda una cultura de que tu vida va a mejorar si contribuyes más con la Iglesia”. Aparte de eso, prestan una atención “personalizada” a las familias con necesidades.

La idea de la Nación Elegida por Dios de la Doctrina Reagan es heredada y enriquecida por Trump. Su retórica se nutre intensamente del cristo-neofascismo. La amalgama diabólica que suma las doctrinas imperialistas y fascistas al fanatismo religioso se ha expuesto ya con fuerza en la actual campaña electoral de EEUU.

El pasado 24 de junio de 2023, en la convención anual de la Coalición Fe y Libertad, un grupo evangélico muy poderoso, se reunieron los candidatos republicanos a las elecciones presidenciales de 2024. Los que aspiraban a competir con Trump se empeñaron en hacer alarde de su apego irreprochable a los valores cristianos y de diferenciarse de la imagen un tanto heterodoxa del expresidente. Pero Trump fue vitoreado y aplaudido furiosamente y cerró su discurso con un llamado que hizo delirar a sus partidarios: “Juntos somos guerreros en una cruzada justa para detener a los pirómanos, los ateos, los globalistas y los marxistas”. Curiosamente, en esta ocasión, no mencionó a los inmigrantes, que han sido siempre un blanco privilegiado de sus ataques.

Bolsonaro viajó a Israel en mayo de 2016, durante su campaña electoral, para sumergirse en el río Jordán y ser bautizado como evangélico. Adoptó un segundo nombre, “Messias”, el enviado de Dios. A partir de ahí, según un cronista, la voz de Bolsonaro resonaba en todos los mítines “casi como un pastor religioso”: “Brasil por encima de todo, Dios por encima de todos”, un slogan que resulta muy semejante al “Alemania por sobre todo” de Hitler.

Ya sabemos que el rebautizado Jair Messias obtuvo la victoria en aquella contienda electoral de octubre de 2018. Más tarde, en 2022, sus empeños para reelegirse fueron apoyados igualmente por el cristo-neofascismo.

Una periodista de la BBC entrevistó en octubre de 2022 a una mujer que había participado en una ceremonia guiada por un pastor evangélico.   Según le contó, el pastor dijo que “debemos proteger el Reino de Dios votando por un candidato presidencial que no cierre todas las iglesias del país”. La falsedad de que Lula, de ser elegido, cerraría las iglesias, la había insinuado Bolsonaro, y sus seguidores se encargaron de difundirla.

En una iglesia local en el estado de Minas Gerais se proyectó un video manipulado de Lula donde decía que “el diablo se estaba apoderando de él”. Luego ese propio video circuló a través de las redes digitales, y hubo mucha gente que lo aceptó como un testimonio real. Otros mensajes falsos afirmaban que un gobierno de izquierda crearía baños unisex para niños y dejaría que la homosexualidad se apoderara del país. “En la iglesia se escucha que, si gana la izquierda, confiscarán las propiedades y enseñarán a los niños de seis años a tener relaciones sexuales”, dijo una politóloga brasileña. Antes, Hadad había sido también atacado en la campaña electoral de 2018 con este tipo de acusaciones disparatadas.

6- Los jóvenes y el nuevo fascismo

Es muy amargo saber que el nuevo fascismo se nutre de gente pobre. Pero lo más amargo es verificar que se nutre de adolescentes y jóvenes.

El espacio alegórico que en la juventud de los años 60 del siglo XX ocuparon figuras que representaban la lucha contra la agresión yanqui en Vietnam, contra todas las guerras imperiales, contra el racismo, contra la moral burguesa y en defensa del amor sin represiones, está siendo ocupado hoy por demagogos de ultraderecha. En ese proceso ha influido la absorción por la industria de la tontería y de la publicidad comercial de gran parte de la poderosa galería de símbolos de la izquierda que se desplegó en aquella época.

Como dijo hace ya muchos años Gabriel Cocimano, “la figura del rebelde compite hoy en las góndolas y escaparates del mercado, y es funcional a sus estrategias”. Y puso un ejemplo doloroso sobre cómo emblemas de la rebeldía de los sesenta pasaron a ser “estrellas del mercado e íconos de la cultura del consumo”.

El mercado ha ido anulando y castrando a los artistas y a los movimientos artísticos que podrían ser peligrosos. Ha ejercido una censura implacable para domesticar a cualquier revoltoso, a cualquier herejía, y para sustituir a los auténticos rebeldes por impostores, por productos aderezados, falsos, vacíos. En la actualidad la eficacia de esta industria se ha multiplicado.

El sistema promueve la fragmentación de las causas emancipadoras para evitar por todos los medios la consolidación de un frente anticapitalista. Genera todo el tiempo modas, marcas, estilos de vida y fórmulas donde se diluye lo esencial y solo se mantiene lo más superficial y asimilable de la vocación contestataria.

En un libro muy documentado, muy útil, La dictadura del videoclip,  Jon Illescas analiza este tema y se detiene en el giro que han dado muchos adolescentes y jóvenes negros de los EEUU que ya no se interesan en Martin Luther King, Malcolm X o Angela Davis. Los han sustituido por cantantes afroamericanos. Por supuesto, para el sistema es mucho más conveniente que esos jóvenes admiren a un músico lleno de cadenas de oro, con muchísimo dinero, con automóviles de lujo y un harén con mujeres muy bellas, que a algún luchador contra el racismo y por la justicia social.

El caso del cantante Justin Bieber es digno de estudio. Según parece, era un joven de familia acomodada, muy en su papel de niño bien, hasta que al mánager o al equipo de mánagers se les ocurrió disfrazarlo de marginal, con un atuendo y un vocabulario provocadores. Leí que, después de esa metamorfosis, ganó muchos seguidores y mucho más dinero, él y los mánagers.

Un síntoma muy revelador de la regresión cultural que ha sufrido la humanidad tiene que ver con los intelectuales y artistas influyentes del mundo de hoy. Si en el siglo XIX Émile Zola se convirtió en un paradigma moral con el caso Dreyfus, como lo fue Tolstoi, como lo fue más tarde Sartre, ¿quiénes son hoy esos paradigmas? ¿Tienen algo que decirles a los jóvenes?

Un delicadísimo problema que tienen padres y educadores está asociado a los famosos y a la ética. La fama tiene valor por sí misma, no importa en última instancia por qué alguien es famoso. A la lista de músicos, actores, actrices, modelos, futbolistas, influencers, presentadores de televisión, hay que añadir a narcotraficantes célebres, como el Chapo Guzmán o Pablo Escobar. El Chapo tiene marcas registradas para comercializar pullovers o artículos deportivos; a Escobar se le dedica una especie de parque temático. A esto ayudan mucho las narconovelas, la narcomoda y, en general, la narcocultura.

Los grupos neonazis pueden ser atractivos para jóvenes golpeados por la crisis, confusos, desconcertados, que no ven claro su futuro, que no encuentran respuestas para sus preocupaciones en los partidos políticos tradicionales, que están angustiados en medio del clima de incertidumbre propio de estos tiempos.

Estos grupos neonazis se presentan ante los jóvenes como portadores de mensajes “nuevos”, “modernos”, de símbolos “fuertes”, “viriles”, propios de los “vencedores”. Luchan por detener la disolución moral que implica la invasión de inmigrantes “inferiores”, latinos, negros, árabes, y las conspiraciones de “comunistas” depravados, homosexuales, lesbianas, feministas, portadores de doctrinas extrañas, anticristianas.

Las redes digitales han sido decisivas para influir en las nuevas generaciones desde la ultraderecha. Constituyen un espacio idóneo para la formación de grupos de odio, violentos, que niegan el cambio climático y promueven el racismo, la xenofobia, la misoginia, la homofobia, el anticomunismo más rabioso, el rechazo visceral al “otro”, al que es diferente, al que es, entre comillas, “inferior”.

El 17 de junio de 2023, El Periódico de España publicó una evaluación sobre cómo “el discurso reaccionario se propaga entre redes y móviles de los adolescentes”. Destaca cómo “los móviles de los adolescentes reciben a diario cientos de impactos con mensajes de extrema derecha, debido al ejército de ‘fachatubers’, que es como se conoce a ‘youtubers’ y ‘streamers’ de discurso reaccionario”. Estos discursos reaccionarios “ahora se presentan como lo verdaderamente antisistema o rebelde. De ahí su poder de persuasión sobre los más jóvenes”.

A conclusiones similares han llegado quienes en Argentina han intentado descifrar las claves de la popularidad de Javier Milei entre personas menores de treinta años. Según dicen, para los fanáticos de Milei “el discurso antisistema prima por encima del programa que presenta”.

Más allá del aspecto político del asunto, hay muchos analistas que solicitan que se tomen en serio los llamados a la violencia en las redes digitales contra mujeres, inmigrantes, pobres y el colectivo LGTBI. La tesis, probada tantas veces, de que los discursos de odio anteceden a los crímenes de odio, es motivo de preocupaciones y alertas.

Para muchos adolescentes y jóvenes españoles, que siguen a Vox en las redes digitales y en particular en TikTok, lo más “guay” en este momento histórico es acercarse a los grupos neonazis. Mientras tanto, el periodista Leonardo Bianchi, desde Italia, se pregunta “¿Por qué es más cool odiar minorías?”

Según Bianchi, “Instagram es el verdadero paraíso para la juventud malvada de Italia”. Habría que llamarle realmente “FascioInstagram”: “un mundo lleno de militantes de CasaPound”, que es una organización formada por «los fascistas del tercer milenio», y “de hooligans de las sociedades deportivas S.S. Lazio y A.S. Roma, y de los más ardorosos fans de Mussolini”. Un mundo también lleno de fotografías de  jóvenes que alzan su brazo derecho para hacer el saludo fascista, junto a la imagen de Mussolini. “FascioInstagram” promueve tatuajes con lemas como “Duce (Mussolini) es mi luz”, junto a hachas y siglas como las de la società sportiva, o «club deportivo», SS, que nos remiten a las «Escuadras de Defensa» o Schutzstaffel.

7- “Buscan el dominio total de las emociones de todos los que vivimos en este planeta”

 El gobierno de EEUU cuenta con un poder desmesurado en todos los ámbitos y cuenta también con los instrumentos para legitimar sus crímenes y sus políticas arbitrarias, inmorales e ilegales.

Como dijo Manolo de los Santos hace dos años, en el Coloquio Patria, el imperialismo, aunque debilitado, “sigue manteniendo un dominio militar, un dominio económico-financiero, y como hemos visto en estos últimos días, claramente un dominio total (en las redes digitales). Antes era el 99.9 % de dominio de las redes, ahora sabemos que ya están buscando un dominio unánime, total, del espectro de las redes, y no solamente en las redes, están buscando el dominio total de las emociones de todos los que vivimos en este planeta”.

Las megacorporaciones de la industria cultural e informativa mantienen un control abrumador sobre lo que llaman (o llamaban) “opinión pública”. Ellas deciden quién es el héroe y quién el villano en todos los conflictos. Los representantes del Bien, los que obtienen el aplauso y la gloria, son quienes cuentan con el beneplácito imperial. Los otros, los incluidos en el Eje del Mal, sólo recibirán el castigo que les está destinado.

Martí, con la fundación del periódico Patria, nos dejó un modelo de prensa comprometido desde la raíz con la verdad y con la ética. Y Fidel, nuestro martiano mayor, colocaría entre las ideas centrales de su legado la apelación a “no mentir jamás ni violar principios éticos”.

Defender ese mandato martiano y fidelista resulta imprescindible en medio de la gravísima crisis ética de la actualidad. Hoy la mentira se despliega cotidianamente como un arma de destrucción masiva aniquiladora, letal. Son incalculables las posibilidades que ofrece la Inteligencia Artificial para el engaño y la manipulación.

La maquinaria productora de tergiversaciones, fraudes y falsificaciones lo contamina todo. “Hay una disputa por las palabras”, dijo Marco Teruggi, en el Coloquio Patria de 2022, y, “me parece que hay que reconocerlo, han avanzado, lo que ha significado un retroceso de nuestro lado”. A Milei “lo han utilizado como dispositivo para disputar (…) tanto las ideas como las palabras, para apropiarse de palabras como libertad, así como golpear palabras como es hoy, por ejemplo, el socialismo. Muchas campañas de la derecha plantean la cuestión democracia o comunismo, libertad o comunismo”, observó Marco Teruggi (y en ese momento, hace dos años, Milei todavía no era el Milei que es noticia todos los días).

Es absolutamente cierta la apreciación de Marco: el sistema ha vaciado de sentido muchas palabras para desfigurarlas y apropiárselas y ponerlas en boca de los voceros del pensamiento único como banderas de la reacción y ha distorsionado otras para satanizar de modo permanente a los líderes de la izquierda. Para referirse a ellos se habla de “dictadores”, de usurpadores “ilegítimos”, “represivos”, que están al frente de “regímenes autoritarios, antidemocráticos”.

Todas estas acusaciones se enlazan según el “Principio de orquestación” de Goebbels, es decir, la repetición del mensaje central desde distintos ángulos, desde distintos medios, con tonos diversos; pero siempre, siempre, reiterando la misma denuncia y logrando un enérgico mensaje coral.

En este momento, hay muchos analistas releyendo los Once principios de Goebbels para la propaganda nazi, la simplificación de los mensajes, la vulgarización, la construcción del Enemigo único, la reiteración, la exageración de las amenazas para inducir el pánico y la paranoia, la conexión del discurso con mitos y prejuicios arraigados, etcétera, y están señalando indiscutibles similitudes entre esos principios del fascismo clásico y la demagogia del nuevo fascismo, desde Trump hasta Milei. Hay, sin ninguna duda, muchas similitudes; aunque Ramonet nos advierte que no debemos caer en la tentación de entender esta nueva extrema derecha como una réplica de aquella que irrumpió en la historia en los años 20 y 30 del siglo XX. Sin embargo, en este tema de la retórica hay muchos puntos comunes. Y, por ejemplo, el principio de simplificación, ha encontrado en las redes digitales un espacio ideal para desplegarse y convencer a gente manipulable.

Esta edición del Coloquio Patria se inaugura unos veinte días después de la cumbre fascista que se celebró en Washington: la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC). Desde la Casa de las Américas difundimos una declaración para denunciar las pretensiones del nuevo fascismo europeo, específicamente español, de echar raíces en Nuestra América (Santiago Abascal, el líder de VOX, habló allí, en Washington, de su delirio de la “Iberosfera” y atacó violentamente a Cuba). Ya habíamos denunciado antes el proyecto del hijo de Bolsonaro, Eduardo Bolsonaro, de crear un foro permanente de la ultraderecha en América Latina, para oponerse al Foro de Sao Paulo y al Grupo de Puebla. Quieren establecer una Internacional del odio, del racismo, de la misoginia, de la homofobia, del desprecio al “otro”. Creo que hay que aprovechar todas las tribunas para llamar la atención sobre este fenómeno y para articularnos los que luchamos por un mundo solidario, por el derecho a la vida, a la paz, a la igualdad, a la justicia, a la auténtica democracia.

En febrero de 2022 el Foro Madrid, una invención de VOX con el respaldo de agrupaciones de ultraderecha de Nuestra América, escogió a Bogotá para hacer su primer encuentro regional de la “Iberosfera”. No fue algo casual: las encuestas arrojaban resultados inquietantes. Cuatro meses después, en junio, serían las elecciones donde resultaría triunfador el Pacto Histórico. Explícitamente, el Foro Madrid presume de ser la alternativa deseada frente al Foro de Sao Paulo y al Grupo de Puebla y un freno a la oleada del “narco comunismo”.

En noviembre de 2022 se reunió como lo hace anualmente, esta vez en México, la Conferencia Política de Acción Conservadora, con una arenga de Trump donde exhortaba a todos los partidos y líderes allí reunidos a proteger a Dios y a la familia del comunismo. Ya, con anterioridad, Abascal había visitado México, y fue recibido por varios senadores del Partido Acción Nacional. Hubo un gran debate, y el PAN se defendió afirmando que no se había firmado ningún acuerdo político.

El Foro Madrid celebró su segundo encuentro regional en Lima, entre el 29 y el 30 de marzo de 2023, para dar respaldo al gobierno de facto de Dina Boluarte y hacer pública su condena contra Pedro Castillo.

8- La Red En Defensa de la Humanidad

 Ahora quisiera hacer un paréntesis y dar un salto atrás, veinte años atrás, y recordar que, en el año 2003, cuando Bush declaró la guerra global contra el terrorismo y anunció la invasión a Irak, los grupos extremistas de Miami hicieron manifestaciones bajo el lema “Irak ahora, Cuba después” —y se creó un clima fascistoide en todas partes. Fue en esa coyuntura cuando nació en México la idea de crear una red de intelectuales, artistas y movimientos sociales, impulsada por Pablo González Casanova y otros académicos y escritores. Fidel apoyó de inmediato la gestación de esta red y convocó a una reunión, en un salón del Hotel Palco, de intelectuales mexicanos y cubanos. Recuerdo que Fidel propuso que se llamara “Red Antifascista”, y allí se generó una discusión sobre si se podía emplear ese término cuando el fascismo era un fenómeno históricamente ubicado a principios del siglo XX, etcétera. Fidel no tenía ninguna duda de que estábamos ante un resurgimiento del fascismo; pero no se mezcló en aquel debate y aceptó el nombre que propuso Gilberto López y Rivas, Red en Defensa de la Humanidad. Chávez inmediatamente apoyó también la Red, y se hizo un gran Congreso en Caracas, en diciembre de 2004.

Sería muy importante que esta red de comunicadores vinculados al Coloquio Patria se sume a la Red EDH, sin perder su identidad. Pablo González Casanova insistía en que la Red EDH debía ser una red de redes.

Fidel nos dio muchas lecciones inolvidables en aquellos tiempos en que se metió de lleno en la consolidación de la Red EDH. Una de ellas tiene que ver con una anécdota que Rosa Miriam conoce muy bien, porque fue protagonista del final feliz que tuvo el desencuentro: el hecho es que un intelectual europeo muy cercano a Cuba, confundido por la lluvia de mentiras que le llegaban sobre nosotros, rompió con la Revolución Cubana a través de unas declaraciones muy duras, que, por supuesto, tuvieron mucha repercusión en los medios hegemónicos. Un amigo mexicano le respondió públicamente, y hubo otras respuestas de intelectuales cercanos a Cuba. Fidel nos pidió que tratáramos de aplacar aquella tormenta, que había que diferenciar entre los enemigos profesionales de aquellos que momentáneamente, por una razón o por otra, se distancian de nosotros. Hay que darle tiempo, algo así nos dijo. Y, efectivamente, aquel intelectual le concedió una extensa entrevista a Rosa Miriam, se publicó a doble página en Juventud Rebelde, y vino a Cuba, recuerdo que fue a la UCI, que vio muchas de las obras de la Batalla de Ideas, y se encontró con Fidel.

En estos tiempos, cuando las redes digitales nos incitan todo el tiempo a la ruptura, a la confrontación, a la división, tenemos que recordar la distinción entre los enemigos “profesionales” de los “coyunturales” y no precipitarnos. No podemos olvidar que en sus Palabras a los intelectuales Fidel subrayó: “solo podemos renunciar a los incorregiblemente contrarrevolucionarios, a los incorregiblemente reaccionarios”.

Fidel veía la Red EDH, en primerísimo lugar, como una fórmula para “sembrar ideas” y “sembrar conciencia” frente a la maquinaria de manipulación al servicio del Imperio. Para él, y también para Chávez, esta Red ocupaba un sitio de vanguardia en la batalla comunicacional. Esa frase, sembrar ideas, sembrar conciencia, lo dijo Fidel en enero de 2003, en el evento dedicado al 150 aniversario de Martí, cuando los amigos le preguntaron qué podía hacerse ante la ofensiva imperialista-fascista desatada y el anuncio de la invasión a Irak, con el pretexto de que poseía armas de destrucción masiva y de que tenía vínculos con los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001.

Estamos hablando, indudablemente, de una red antifascista y antimperialista. No podemos olvidar aquello que dijo Juan Marinello, nada menos que en 1927, en Valencia, España, en el Segundo Congreso de Escritores en Defensa de la Cultura: “no se puede combatir el fascismo sin atacar a su hermano gemelo, el imperialismo”.

No debe sorprendernos que el imperialismo y las oligarquías abandonen las apariencias democráticas ahora, en medio de esta crisis múltiple, con el horror del ascenso de China y la amenaza inminente de un nuevo mundo multipolar. La semilla del fascismo está en la médula del sistema capitalista. El sistema acude a los métodos fascistas cada vez que los necesita.

En Chile el fascismo sirvió para degollar al gobierno de la Unidad Popular y, simultáneamente, para implantar de manera férrea el modelo neoliberal. ¿Qué pasó en Argentina en 1976? ¿Qué fue la Operación Cóndor?

En una conferencia que dio Ramonet a finales de febrero, en la Casa de las Américas (que está en el canal de YouTube de la Casa y ha tenido muchas visualizaciones), dijo que una de las causas principales de este rebrote del fascismo es el derrumbe de la clase media después de 40 años de neoliberalismo. Se ha producido un desclasamiento de estos sectores; y la masa de marginados, de desclasados, muy amplia, ha ido a parar al nuevo fascismo. Hay mucha gente confundida, que desconfía de las informaciones que llegan en medio de la jungla mediática. “Antes eran los intelectuales de izquierda quienes denunciaban las mentiras de los medios (nos dice Ignacio). Ahora es el propio Trump el que lo hace”.

Junto a causas globales, subraya Ignacio, “Trump y el trumpismo han tenido un papel determinante en la evolución de esta extrema derecha”. Trump se define como salvador de la cristiandad; porque va a limpiar a EEUU de los nidos de víboras, es decir, de rojos, homosexuales, feministas, inmigrantes, ecologistas.

Hay analistas que observan, como un factor significativo del rebrote fascista, el desencanto hacia la política tradicional, hacia el discurso de los políticos tradicionales, hacia una “izquierda” entre comillas que ha terminado aceptando como inevitable el modelo neoliberal. Javier Couso, en el Coloquio Patria del 2022, compartió con nosotros una triste conclusión: “el periodismo ha muerto, yo creo, porque también ha muerto la izquierda europea, la mayoría de ella”.

Javier habló de la posición de la rectora de una universidad española que pidió a los estudiantes rusos que se marcharan de España (con la advertencia de que no podría garantizarse su seguridad) y comentó el absurdo de una rusofobia que no quiere oír hablar de Tchaikovsky ni de Dostoievski. Y agregó con amargura: “Esa Europa podrida (…), que yo creo que se ha suicidado por optar por ser subalterna de una potencia que declina (…) veremos el surgimiento del fascismo”.

Entre la gente que se pregunta cómo los mensajes ultraconservadores logran influir ahora en personas muy jóvenes, hay analistas que dicen que el conservadurismo se presenta en la actualidad con tonos de contracultura y rebeldía contra el despotismo del pensamiento dominante. Por otro lado, al emplearse todas las plataformas, desde YouTube a TikTok, memes, videojuegos, se forja un sentimiento de comunidad que funciona como aglutinante. Los discursos de ultraderecha convencen a adolescentes que comparten un “sentimiento de agravio”.

De esta necesidad de integrarse a “una comunidad” nos habla igualmente Ramonet en el libro que mencioné (La era del conspiracionismo…) al aludir a la crisis de la identidad de clase que hay en los trumpistas, a su “malestar identitario”. Del mismo modo, la periodista estadounidense Talia Lavin, autora de La cultura del odio, subraya que los grupos neonazis ofrecen “seguridad” a personas desesperadas: las sacan del caos para integrarlas a una “comunidad” y a un mundo donde el Mal y el Bien están muy bien delimitados y muy claros.

9- Fomentar el pensamiento crítico

“A pensamiento es la guerra mayor que se nos hace, ganémosla a pensamiento”, decía Martí. Hoy habría que añadir que esa “guerra mayor que se nos hace” es “a pensamiento”, sí, sin duda, pero es del mismo modo una guerra donde lo emocional desempeña un papel decisivo.

Fomentar el ejercicio del pensamiento crítico, del pensamiento emancipador, frente a todos los espejismos, frente a todas las trampas, es, sin ninguna duda, una de las tareas inaplazables de los que luchamos en defensa de la justicia, la libertad y la auténtica democracia. Solo ciudadanos cultos y libres son capaces de derrotar la tiranía informativa y cultural del imperialismo.

Fidel decía que “el error más grave que puede cometer un revolucionario es el de no pensar”.

10- La historia como campo de batalla

Muy recientemente, el pasado 25 de febrero, un reporte de Almayadeen informó que en varias escuelas de Berlín estaban repartiendo un folleto titulado “Nakba 1948 es un mito”. Una iniciativa típicamente fascista. Negar la historia, distorsionarla, sustituirla por versiones afines a las doctrinas de la dominación, ha sido una obsesión del fascismo y del imperialismo. Y lo han hecho con mucho éxito.

Una de las misiones principales de la industria del cine estadounidense, desde su fundación, fue reescribir la historia, la propia de los EEUU y (en la medida en que el Imperio se expandía) la historia del mundo. Un ejemplo muy relevante, que recuerdo intensamente de mi niñez, tiene que ver con la “conquista del Oeste”: aquella monstruosa operación de etnocidio y saqueo reiteradamente embellecida a través de la producción cinematográfica. Los indios fueron masacrados y expulsados de sus tierras; pero se les presentó como “salvajes” feroces, sanguinarios, y a sus verdugos como “civilizadores”.

A propósito de la guerra de Corea, Hollywood produjo una saga realmente vergonzosa para presentarse falsamente como “vencedores”. Luego enfrentó la tarea (muy espinosa) de curar el llamado “síndrome de Vietnam”.

El saqueo, la conquista, el genocidio de los pueblos considerados “inferiores”, toda la barbarie del imperialismo-fascismo, se presentan como acciones “civilizatorias” y encomiables. Los superhéroes yanquis deben ser admirados y envidiados por nuestros niños y por nuestros adultos infantilizados, ya que simbolizan la Nación Elegida de la Doctrina Reagan. Por otro lado, los íconos de la izquierda, el Che, Lorca, Zapata, Pancho Villa, Frida Kahlo, Tina Modotti, luego de arrancarles su genuino sentido subversivo, son folklorizadas sin piedad.

El macartismo se ensañó en Hollywood y expulsó a todo el que tuviera alguna simpatía por la URSS y por las ideas marxistas. Necesitaban una industria del cine limpia de coqueteos filocomunistas, enteramente leal al sistema. La cultura debía convertirse en la punta de lanza de los EEUU en la Guerra Fría.

Junto al cine, toda la industria cultural hegemónica se ha sumado a la revisión de la historia. Los videojuegos de temas históricos han tenido un hondo impacto en niños y jóvenes. Han funcionado como espacios de colonización cultural y de exaltación de los superhéroes yanquis. Por su carácter interactivo, por propiciar una identificación muy específica —personal, pudiera decirse— de los jugadores con los personajes, este “entretenimiento” en apariencia inocente puede ser mucho más efectivo que otros a la hora de promover una versión de la historia afín al imperialismo.

El investigador español Alberto Venegas ha hecho estudios de mucho interés sobre esta rama de la industria cultural y, en particular, sobre el tratamiento que da a los temas históricos. Para mucha gente, estos videojuegos son la vía principal para aproximarse a la historia. Lo que reciben, como lo demuestra con muchos ejemplos Venegas, es una versión caricaturesca y colonizada de la historia universal, plagada de anacronismos y con el punto de vista occidental como eje central.

Venegas se detiene en tres juegos muy populares, uno diseñado por una corporación sueca y los otros dos por corporaciones estadounidenses, y verifica que han sido concebidos siguiendo la periodización y “una concepción de la evolución única y lineal de la historia según el modelo occidental”. Además, “los contactos con Occidente” son la premisa para la entrada en la historia de los pueblos no occidentales y para acceder al “progreso”. Se establece “la superioridad de valores occidentales” con “estereotipos, como “los bárbaros”, “el fanatismo musulmán”, etcétera, y aplican la expresión “occidentalizar” para aludir a “progresar”, “modernizar”. La cultura occidental es el destino y la meta de la partida. Abrazar los valores occidentales ofrece ventajas a los jugadores.

Hay ejemplos realmente indignantes: “conquistar al pueblo maya o conquistar al pueblo azteca, objetivo que, al ser cumplidos, ofrecen una generosa ventaja al jugador, en concreto obtener 500 unidades de oro el primero y 800 monedas de oro el segundo. Estas ventajas ofrecidas empujan al usuario a tratar de cumplirlas legitimando unilateralmente la historia occidental”.

Estos videojuegos “premian y tratan de encauzar y legitimar los sucesos históricos presentándolos como inevitables”. Otro ejemplo atroz: “presentan ante los jugadores un abanico de posibilidades que pueden llevar adelante los países presentes en el juego, entre ellos, “el lanzamiento de bombas atómicas a civiles”.

Analiza otros casos verdaderamente escandalosos: videojuegos húngaros, polacos, eslovenos, eslovacos, chipriotas que “reproducen la visión estadounidense de la Segunda Guerra Mundial proponiendo como protagonista a un soldado norteamericano borrando así sus memorias nacionales a favor del mercado y situando el Desembarco de Normandía como hecho fundamental del conflicto”.

Con estos videojuegos tan desenfrenadamente colonizados y proyanquis, se explican los resultados de aquella encuesta que publicó Russia Today hace ya algunos años sobre quién había ganado la Segunda Guerra Mundial: solo el 13 % de los encuestados en el 2015 en tres países europeos, Francia, Alemania y Gran Bretaña, creían que el Ejército de la URSS desempeñó un papel principal en la liberación de Europa del nazismo y el 43 % que fue el Ejército de EEUU.

11-El nuevo fascismo reescribe la historia

En la formación del pensamiento crítico que necesitamos con urgencia debe tener un espacio central el conocimiento del itinerario histórico de las luchas independentistas y populares y la capacidad para desmontar las manipulaciones de nuestros enemigos.

El nuevo fascismo trabaja para lavar la imagen de sus antecesores, de Mussolini, de Hitler, de Franco. En el caso de VOX, se remontan a la España de los Reyes Católicos y al llamado “Descubrimiento” y exaltan a Hernán Cortés y a otros feroces conquistadores. No hace mucho, la primera ministra de Italia Giorgia Melloni aseguró, con orgullo, que Cristóbal Colón había sido “un buen italiano”, recordando seguramente las estatuas derribadas del llamado Descubridor a partir de las protestas por el asesinato de George Floyd.

Un ejemplo perturbador de la importancia que otorga la ultraderecha española a la relectura de la historia es lo que el Ayuntamiento de Madrid bautizó, en febrero de 2020 —con un eufemismo difícil de digerir— como “resignificación” del memorial del Cementerio de La Almudena, dedicado a rendir homenaje a las víctimas de la represión franquista.

Por decisión del Ayuntamiento de Madrid, se eliminaron los tres mil nombres de las personas asesinadas allí y los versos de Miguel Hernández. Desecharon igualmente la tarja con las palabras de la carta de despedida de una de las Trece Rosas, la joven Julia Conesa, antes de ser ejecutada contra la tapia del cementerio: “que mi nombre no se borre en la historia”. Y añadió una inscripción que traiciona todo el sentido original del monumento:

El texto con el que el Ayuntamiento decidió sustituir los tres mil nombres, colocado en el centro del primer muro, dice: “El pueblo de Madrid a todos los madrileños que, entre 1936 y 1944, sufrieron la violencia por razones políticas, ideológicas o por sus creencias religiosas. Paz, piedad y perdón”.

De este modo, los crímenes del régimen franquista se diluyen en un homenaje amorfo, retórico y ambiguo. “Paz, piedad y perdón”: un modelo denigrante de “resignificación” histórica.

En Nuestra América hemos asistido a una confrontación permanente entre las tendencias que pretenden negar los crímenes del imperialismo-fascismo y la resistencia de los defensores de la memoria y de la verdad.

El año pasado, en Chile, en el 50 aniversario del golpe fascista contra el gobierno de Allende, se hicieron muy visibles posiciones “negacionistas”. Un diputado, Jorge Alessandri, dijo públicamente “Yo justifico el golpe militar”. Antes, otro diputado, Johannes Kaiser, había dicho que los fusilados por Pinochet en el centro de detención Pisagua estaban “bien fusilados”. Rodrigo Bustos, director de Amnistía Internacional Chile, dijo a EFE que “hemos visto cómo el sector heredero de la dictadura militar ha tenido un discurso muy distinto, reivindicando el golpe, justificando, negando o minimizando las violaciones a los derechos humanos”. Hasta se elaboraron teorías de que el principal responsable del golpe era, de hecho, el propio Allende, por las políticas que aplicó desde el gobierno. Esta tesis se vio desmentida por un documento desclasificado en el que Nixon ordena a Richard Helms, director de la CIA, que hay que impedir que Allende llegue a La Moneda, en 1970, cuando Allende aún no había tomado posesión.

Mario Ranalletti publicó en 2009 un estudio muy riguroso sobre el negacionismo en Argentina, con el título Apuntes sobre el negacionismo en Argentina. Uso político del pasado y reivindicación del terrorismo de Estado en la etapa post-1983. Ranalletti denuncia que una de las tesis centrales es que se trató en realidad de una “guerra” en defensa de los valores cristianos de la nación.

En este momento, con Milei como presidente, este negacionismo puede hacerse más ofensivo y extravagante. Me interesó mucho un análisis de Jorge Alemán de hace unos pocos días, “Fascismo contemporáneo: ¿dónde está el pueblo?”, que se publicó en Página 12 el pasado 3 de marzo. Milei, dice el analista, se ha empeñado en borrar la historia de las luchas populares y difundir la versión simplificada de los 100 años de decadencia. Y nos recuerda que el término “decadencia” siempre fue una pieza clave de la construcción del discurso fascista. Para Jorge Alemán, “el fascismo contemporáneo es el síntoma de que la relación capitalismo-democracia se viene descomponiendo desde hace rato”.

En cuanto a Bolsonaro, debemos recordar que provocó una polémica en abril de 2019 acerca del golpe de Estado de 1964. El hecho es que afirmó, en un telegrama enviado a la ONU, que «no hubo golpe de Estado» el 31 de marzo de 1964 y que los 21 años de gobiernos militares fueron necesarios «para apartar la creciente amenaza de una toma comunista de Brasil y garantizar la preservación de las instituciones nacionales, en el contexto de la Guerra Fría».

Mientras tanto, el ministro de Educación brasileño anunció una evaluación a fondo de los libros de texto del país “para transmitir una idea verdadera y real de lo sucedido, al defender también que no existió tal golpe”. Unos días antes, el propio Bolsonaro había propuesto celebrar en los cuarteles militares el 55º aniversario de aquella fecha, iniciativa que motivó marchas de protesta. Es decir, no solo “no existió tal golpe”; también hay que celebrar el arribo de gobiernos militares capaces de frenar el comunismo.

El clima cultural de hoy facilita las tesis negacionistas. Se leen superficialmente algunas noticias, muy pocas, y se olvidan rápidamente. Lo que ocurrió hace veinte años suena a prehistórico.

12- ¿Qué hacer?

 Releí el libro que publicaron la UPEC y Resumen Latinoamericano con la transcripción del intercambio que se produjo aquel 15 de marzo de 2022, en la 2da jornada del Coloquio Patria, donde se dijeron muchas cosas muy lúcidas, muy profundas, con el sentido de urgencia que exigía aquel momento. Un sentido de urgencia, que, sin ninguna duda, exige este momento.

Me impresionó el testimonio que compartió María Fernanda en ese encuentro: la evaluación que hizo, con mucha franqueza, sobre cómo ella y otros compañeros pasaron de una “subestimación de los procesos de construcción de subjetividad de la derecha” a “una sobrestimación”:

“…empezamos a estudiar en profundidad los mecanismos del neoliberalismo para la manipulación ilegal de grandes volúmenes de datos, ya con Mauricio Macri gobernando la Argentina, y pudimos ver al monstruo cara a cara”; después entendieron “qué era Cambridge Analytica, qué era el uso espurio de la big data, como se manejaba la inteligencia artificial para la manipulación de conciencias a gran escala en el mundo”, en qué consiste “la manipulación de subjetividades (que es mucho más que la conciencia, involucrando sentimientos, sensaciones, involucrando sensibilidades)” y “en principio nos paralizó”.

Para vencer esta parálisis, María Fernanda reconoció “Las enormes fortalezas con las que contamos desde las izquierdas, desde el campo popular, para dar esa disputa de sentido. La derecha solamente con robots puede tratar de competir con los pueblos que toman la palabra”. María Fernanda nos explica, con palabras muy hermosas, que el reto no es solo tecnológico. Es a la izquierda a la que corresponde humanizar la tecnología: “es muy importante que entendamos las enormes potencialidades con las cuales contamos para organizar, fraternizar e impulsar esa expansión de la palabra de los pueblos, para preservar esta sensibilidad aún en esta mutación antropológica que vive la humanidad en relación con las tecnologías de la comunicación. (…) Es vital que podamos humanizar esa tecnología, generar tecnología soberana, una comunicación soberana y sensible, fraterna, que reivindique el amor y las luchas históricas que nos han parido”.

Son palabras muy hermosas estas de María Fernanda, muy auténticas, muy sentidas. Son palabras de angustia y de esperanza.

Los retos que tenemos son verdaderamente desmesurados; pero hay que enfrentarlos con el mismo espíritu con que ustedes debatieron, dos años atrás, en la segunda jornada del Coloquio Patria, sobre cómo enfrentar la ofensiva comunicacional del imperialismo y de la ultraderecha, cuando Rosa Miriam los invitó a “intentar ir dibujando, entre todos, una respuesta a la gran pregunta leninista de qué hacer en las actuales circunstancias”.

Anoto, en síntesis, algunas de las principales ideas derivadas de aquel intercambio tan fecundo del 15 de marzo de 2022:

  • Las redes tienen que ser un reflejo real de la movilización popular: si no hay gente en la calle, si no hay pueblo haciendo política propia, no hay nada de qué hablar en las redes. Por eso es la necesidad que tenemos de crear nuestros propios ecosistemas mediáticos y comunicativos (Manolo de los Santos).
  • Ningún medio por sí solo, ningún influencer por sí solo, puede vencer todas las adversidades. La pregunta es cómo podemos construir una red que pueda mantenerse activa sin importar qué le pase a algún medio independiente o a un influencer (Becker).
  • Uno de los temas más reiterados tiene que ver con aprovechar la fuerza que nos daría trabajar de manera articulada, a eso se refirieron muchos compañeros; la necesidad de articularnos, de actuar con coherencia. Se habló de compartir nuestros análisis, nuestros puntos de vista, de difundir los mensajes que circulan otros compañeros, de pensar y actuar colectivamente, de aprovechar otros espacios y otras redes, como la Asamblea Internacional de los Pueblos, que agrupa más de 200 organizaciones políticas, movimientos populares, sindicatos, partidos, alrededor del mundo, y que tiene una Secretaría de Comunicación, dijo Vivian Fernandes, de Brasil, quien habló también de la Asociación Latinoamericana de Educación y Comunicación Popular, una red de radios populares. Si nos articulamos, dijo Vivian, podremos construir espacios contrahegemónicos y una matriz de opinión contrahegemónica.
  • Wafica insistió en desarrollar más los vínculos en el campo mediático, algo en lo que ella ha trabajado en apoyo a la Red En Defensa de la Humanidad, frente a la maquinaria de mentiras y de legitimación del crimen.
  • Manolo de los Santos insistió en que “El proyecto socialista tiene que seguir siendo el proyecto alternativo que proponemos al planeta”.
  • Dijo, además, que tenemos que extender por todas las vías “la colaboración para romper con el aislamiento, para llegar a otros y salir del círculo vicioso de que somos unos locos en solitario los que enfrentamos al imperio”.  Aquí Manolo sintetiza una de las trampas preferidas de la maquinaria: hacernos creer que somos unos quijotes aislados, condenados a la locura y a la derrota.
  • Tenemos que combatir la tendencia a impulsar proyectos de articulación coyunturales, que después no tienen continuidad, dijo Vivian Fernandes, que explicó cómo en Brasil se convocan, en determinados momentos, medios de comunicación alternativos, comunicadores, influencers, “y hacemos grandes proyectos juntos, pero son efímeros”, y nos pidió pensar en cómo podemos construir esto a largo plazo, aspiramos a impulsar “procesos revolucionarios”, dijo, no hechos aislados: hay que identificar los elementos que hacen que una articulación de comunicación popular se mantenga fuerte y actuante a lo largo del tiempo.
  • Varios compañeros, la propia Vivian, Manolo de los Santos, propusieron que tratáramos de extender nuestra red más allá de la región y que buscáramos alianzas en todo el Sur, “nos olvidamos de la Tricontinental”, dijo Manolo.
  • Y Gustavo Borges, director de Misión Verdad, nos recordó que Fidel y Chávez nos propusieron pensar globalmente y no aislados en nuestras pequeñas realidades.
  • La importancia de difundir los mensajes a través de todos los medios a nuestro alcance —de esto habló Marco Teruggi. La derecha usa todo el conjunto de los instrumentos disponibles, desde la intelectualidad clásica a los libros de novelas, a un influencer de TikTok. Debemos usar ese espectro de instrumentos. Hay que pensar en cómo se hace una estrategia para posicionar un youtuber, por ejemplo, los youtubers suelen ser de derecha. Cómo se transmiten las ideas, no tiene que ser en los formatos clásicos, los videos de TikTok son un ejemplo.
  • La imagen del periodista de CNN, trajeado, es algo que pertenece al pasado. Hay que reflejar el periodismo genuino, profundamente popular, dijo Jerónimo Zarco. De esto también habló Dani Devita: “Hoy por hoy un chico de 15 años se informa con un chico de 15 años que puede estar en el cuarto de su casa. Hay un desprecio por lo institucional, se le ve como mentiroso, como prefabricado”.
  • Hay que adoptar una filosofía que no persiga la viralidad, que es transitoria y los medios corporativos la alcanzan con facilidad, dijo Ben Becker: “lo que estamos intentando hacer es crear una base constante con un sentido de comunidad, un movimiento de personas que se unan a un proceso y se sientan identificados con ese proceso y sigan apoyando”. Es decir, construir una vanguardia.
  • Hablamos demasiado del enemigo. Nuestras reflexiones en general son muy enemigocéntricas. Tenemos que mirarnos a nosotros mismos, crítica y autocríticamente, para responder al Qué hacer leninista, dijo Santander.
  • Varias compañeras y compañeros coincidieron en estudiar nuestras experiencias exitosas, Misión Verdad, por ejemplo, influencers como Bruno y Jerónimo. Tenemos que trabajar colectivamente para construir doctrina comunicacional revolucionaria. Y hay que construir articulación comunicacional revolucionaria.
  • Pero tenemos que cambiar la rueda del coche con él en movimiento. Hay que construir la doctrina mientras damos la batalla, dijo Vivian Fernandes.
  • Debemos conocer mejor a nuestras audiencias y hacer lo posible por lograr la conexión con ellas, dijo Santander.
  • La guerra contra la unanimidad cognitiva del capitalismo exige también modelos y estrategias de guerra híbrida alternativas, dijo Carlos González Penalva. Y añadió: Tenemos que crear un ecosistema de comunicación.
  • La necesidad de una alfabetización de la gente, desarrollar la capacidad para decodificar lo que este escenario infocomunicacional propone. Los más jóvenes ven en las redes su fuente de información fundamental, dijo Beatriz Pérez Alonso.
  • Necesidad de presentar las noticias contextualizadas. A menudo nos olvidamos del contexto y de la historia, dijo Ana Teresa Badía Valdés.
  • Necesidad de buscar renovadas estéticas audiovisuales, dijo la propia Ana Teresa Badía Valdés.
  • Tenemos que repensar nuestro propio idioma para este tiempo actual, en esta situación de la batalla, dijo Marco.
  • Hay toda una plataforma que hacer para el desmontaje de las operaciones del enemigo, desmontar cómo funciona, dijo Marco.

Hasta aquí las notas que tomé durante la relectura de ese libro.

Quisiera proponer que estudiáramos una iniciativa de Fidel, entre las acciones que podríamos promover, que es algo perfectamente realizable; pero nunca la repetimos por esa misma tendencia a la falta de sistematicidad que decía Vivian Fernandes en aquel taller de marzo de 2022. El 10 de febrero de 2012 Fidel se reunió con más de 100 intelectuales de más de 20 países, vinculados a la Red EDH, que habían venido a la Feria del Libro de la Habana. Fidel quería hablar de los peligros que amenazan al mundo: las guerras y el cambio climático, entre otros. Con ese diálogo se hizo un libro, Nuestro deber es luchar, que se presentó simultáneamente en la Habana, Caracas, Washington, Buenos Aires, Ciudad México, Luanda, La Paz, San Juan, Madrid, Santo Domingo, Kingston y Berlín. En eso trabajaron los grupos de solidaridad con Cuba, nuestras embajadas, intelectuales, académicos, gente del ámbito de la cultura cercanos a nosotros, y tuvo un determinado impacto. Eso podría hacerse perfectamente con textos o con materiales audiovisuales dedicados a esa “alfabetización” de que hablaron varios compañeros, esa capacitación, esa preparación de una comunidad, de una vanguardia.

10-Sin ser optimista no se puede ser revolucionario

Hay que decir que nunca habíamos sufrido una crisis cultural y ética tan devastadora, que ha combinado aquello que vale la pena, aquello que deberíamos preservar, querer y recordar, con un diluvio de mensajes frívolos, irrelevantes, “divertidos”. Nunca la cultura había sido tan degradada a mera mercancía, a mero pasatiempo vacío. Nunca ha sido tan abrumadora la presencia colonial en nuestras vidas y en nuestra subjetividad. Nunca había llegado tan lejos la hegemonía cultural de un pequeño grupo de empresas que obtiene ganancias multimillonarias mientras defiende los intereses del sistema.

Ante nosotros se levantan, con todo su gigantesco poderío, las industrias de la mentira y de la seducción, las corporaciones que controlan las redes, Disney, Netflix, los “famosos”, la OTAN y sus planes para llevar adelante la guerra cognitiva, los cristianos fundamentalistas, las fundaciones al servicio de la CIA, los ricos de derecha y los pobres de derecha, los laboratorios yanquis de guerra psicológica que fabrican las veinticuatro horas de cada día mensajes ponzoñosos contra nuestros líderes, contra nuestros pueblos, contra la causa de la emancipación. Pero junto a nosotros están Telesur, Misión Verdad, la división de comunicación de la Asamblea Internacional de los Pueblos, a The Peopleיּs Fórum y a Manolo de los Santos, que está trabajando sin descanso por la causa de Palestina, a jóvenes influencers como Bruno Lonatti y Jerónimo Zarco, más todas las fortalezas que enumeró hace dos años en el Coloquio María Fernanda Ruiz:  “las enormes potencialidades con las que contamos para que podamos humanizar esa tecnología”. Los robots de la derecha no pueden humanizar nada, por supuesto. Nosotros, junto a nuestros pueblos, sí podemos. Y tenemos también esa tremenda fortaleza que mencionó Rosa Miriam hace dos años, al inaugurar aquella jornada del 15 de marzo de 2022, “la buena noticia es que los pueblos aprenden a defenderse luchando”. Recuerdo que esa frase le gustó mucho a Manolo, porque le recordó a Fidel.

En aquella jornada, hace dos años, se hicieron reflexiones muy valiosas. Y nadie aquel día enfocó las respuestas con triunfalismos ni consignas ni retórica. Pero sí con mucho rigor y con aquel optimismo que nos pidió Fidel en junio de 1961, en sus Palabras a los intelectuales: “Creo que sin ser optimista no se puede ser revolucionario, porque las dificultades que una Revolución tiene que vencer son muy serias (dijo Fidel en aquel discurso memorable). Y hay que ser optimistas. Un pesimista nunca podría ser revolucionario”.

(Tomado de Cubadebate)

Publicado en Uncategorized | Deja un comentario

Palabras presentación del libro Fidel Castro. El arte de gobernar

Yunet López Ricardo.

Sala Nicolás Guillén, Fortaleza de La Cabaña.

23 de febrero de 2024.

Buenos días.

Muchas gracias a todos los que han llegado hasta aquí esta mañana para ser testigos del nacimiento de este libro: Fidel Castro, el arte de gobernar. Una aproximación a los métodos y estilo de trabajo del Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, bajo el sello de Ediciones Alejandro del Centro Fidel Castro Ruz.

Este es un libro que comienza salpicado por las aguas dulces del río Manacas, donde siendo apenas unos niños, Fidel y sus hermanos, de una de las familias más ricas de Oriente, jugaban junto a los hijos de los trabajadores pobres de la finca, una imagen que retrata la educación que recibían de sus padres, Ángel y Lina, viendo a todos por igual, sin miradas por encima del hombro, en una casa donde el respeto, la austeridad y la ética eran tan fuertes como los troncos de los cedros crecidos en las colinas cercanas.   

Allí, en Birán, a la sombra de los pinares perfumados, está la raíz de los valores de Fidel, esos que se fortalecieron después con la resistencia que aprendió de los jesuitas, sus lecturas de Martí en el bachillerato, su paso por la Universidad de La Habana, —donde se adentró en la lucha política universitaria y nacional—, y las batallas que libró durante la guerra en las montañas de Oriente. Todas estas vivencias fueron conformando su carácter y sus valores, los que definieron, sin lugar a dudas, sus modos de hacer luego del triunfo de la Revolución.  

El arte de gobernar no se trata de una metodología que explique por puntos e incisos sus métodos de trabajo, es para mí como un brocal donde todo el que se asome podrá sentir a Fidel más de cerca; este es un libro que pretende estremecer pensamientos, remover conciencias, un libro para emocionar, en un viaje que va desde su cuna hasta sus últimos días de vida, y así podrá quien lo lea aprehender e interpretar al Comandante a través de su propia palabra, sus escritos, sus libros, documentales extraordinarios como el de Saúl Landau, valoraciones tan preciadas como las de su hermano Raúl y, sobre todo, a través del testimonio de quienes estuvieron durante décadas a su lado.

En estas páginas, por primera vez se publican los recuerdos de muchos de los que trabajaron junto a él una vida entera: escoltas, ayudantes, taquígrafas, gastronómicos, humildes trabajadores del Palacio de la Revolución, compañeros de lucha, y también intelectuales, economistas, científicos, escritores, periodistas… A todos ellos agradezco infinitamente por tantos años dedicados a nuestro Comandante, por la humildad, la consagración, el cariño a él, y, por supuesto, por abrirnos la puerta de sus memorias. 

Por eso, andar por estos renglones será, por ejemplo, escuchar al Comandante de la Revolución José Ramón Machado Ventura hablar sobre aquel Fidel que en la guerrilla estaba al tanto de todo, y recorría la fila de combatientes conversando con cada uno, fijándose en cada detalle, desde quién tenía más dificultad para la marcha, o si alguien andaba descalzo, siempre intranquilo, alerta e incansable.

Recorrer estas más de 400 páginas será encontrar la voz de Carmita, una pinareña noble que, como primera secretaria del Partido en Pinar del Río, vio llegar muchas veces a Fidel a esas tierras cuando amenazaba un huracán, y por escucharlo hablar como él lo hacía, bajito, despacio, como los sabios, ella pudo descubrir al ser tan sensible que vivía donde mismo el jefe recio y exigente, el mismo que una madrugada, luego de un día de trabajo, conversó durante horas con ella y su hijo, y le pedía al niño que se portara bien, que cuidara a su mamá, y en esos momentos no era la orden de un Comandante, sino el cariñoso consejo de un padre, de un abuelo.

También emergerá en la lectura, entre muchos otros, Cedalia Cabrera, una mujer de ojos despiertos que durante décadas estuvo a pie de obra realizando muchos de los sueños de Fidel; y también Cándido Palmero, un hijo del Escambray que en las lomas de Hanabanilla conoció al Comandante cuando corría la primera década de la Revolución.

Fidel estaba allá, en un campamento, durmiendo todavía en los montes luego de casi 10 años del triunfo. Ese fue un método de trabajo que siempre empleó, ir él, personalmente, hasta los sitios más intrincados, para ver con sus ojos lo que sucedía, para sentir cómo se vivía allí, qué más podía hacer la Revolución por esas personas, y entonces, después de escucharlos, las ideas le surgían, aparecían sus ingeniosas soluciones y él repartía las tareas, pero no para olvidarlas, pues siempre chequeaba y comprobaba que se estuvieran desarrollando.

Hasta su campamento en Hanabanilla llegó Palmero, y a Fidel le explicaron que era un joven con una trayectoria muy buena en la lucha contra bandidos, de militante del Partido, y respondió: «No, gente con esos méritos no lo quiero de alcalde, yo lo quiero de constructor conmigo». Y a los dos o tres días, ya Palmero era jefe de las Brigadas constructoras del Escambray, porque Fidel siempre supo que donde se trabaja más duro deben estar los hombres más valiosos. 

Tal vez por eso él nunca prefirió gobernar detrás de un escritorio, o pasar sus días entre reuniones, papeles y firmas. No es que renunciara al trabajo de mesa, a la investigación profunda, a la necesidad de reunirse con sus subordinados, pero no se detenía ahí, conocía el alto costo de dirigir, de administrar lejos de las masas, y por eso era su costumbre hablarle durante horas a la gente, o irse a recorrer el corazón del país en aquellos jeeps verdes, en los que se parecía de improviso en cualquier rincón de Cuba.

Ese fue su principal método de trabajo: el vínculo constante con el pueblo, llegar a hasta las fábricas y ponerle la mano en el hombro al obrero, escucharle sus problemas, darle la seguridad de que no estaba solo, que la Revolución lo acompañaba, o llegar a los hospitales y conversar con los pacientes, preocuparse por sus dolencias, sus tratamientos. Ejemplos hay miles, y en lo que coincidieron todos los testimoniantes del libro, fue en lo genuino de esa actitud de Fidel, porque su preocupación por el hombre nacía de lo más profundo de su ser, de su enorme sensibilidad; y ese era el motor que lo hacía sentir como suya la pena ajena, lo que le permitió llevar el humanismo a la política. Fue su sensibilidad la que lo impulsó siempre a soñar y a concretar lo imposible.

Además, como decía el Che, tenía la moral para pedirle a este pueblo cualquier sacrificio. Ahí están las fotos, fue siempre el primero en la línea de fuego, el primero en irse a cortar caña cuando fue necesario, el primero en dar el ejemplo, ese líder que en el Período Especial tenía las botas desgastadas y no aceptaba unas nuevas enfrentó las carencias como mismo lo hizo el pueblo, y se convirtió en el horcón fundamental, en el faro que guio a los suyos por el camino de la resistencia y de la victoria.  

Él era un hombre curtido en los sacrificios, con una inmensa voluntad de hacer, de continuar, y por eso, por los sueños que aún debía construir, tenía la firmeza para imponerse a todo y, por supuesto, hasta al cansancio.

Sobre esto, en este libro están las voces de sus taquígrafas, quienes tantas veces le arrebataron al aire sus palabras y las llevaron al papel. Ellas cuentan sobre aquellas jornadas interminables de trabajo junto al Comandante, cuando las sorprendía el amanecer aún escribiendo, a su lado, sin comer nada, pues cuando Fidel estaba en medio de alguna batalla política, o en medio de una lluvia de ideas, conspirando para el bien de los demás, olvidaba los relojes y en su despacho de gruesas cortinas y paredes de ladrillo, difícil resultaba saber si era de día o de noche, pues el tiempo perdía el combate y estaba subordinado a la voluntad de un hombre que apenas dormía, porque tenía en sí la energía de las tormentas, la resistencia del cedro y el don del liderazgo. 

Muchas aristas de Fidel emergen en este libro, como su optimismo a prueba de balas, su impresionante capacidad de adelantarse a los acontecimientos, su prodigiosa memoria, su pasión por los libros, por la historia, o sus grandes batallas políticas. A la par, surgen también profundas interpretaciones como las de los intelectuales Abel Prieto, Miguel Barnet, Frei Betto, Isabel Monal, el Comandante del Ejército Rebelde Julio Camacho Aguilera, o las de su biógrafa Katiuska Blanco.

Por los más de 70 testimonios recogidos aquí, descubrirá el lector hábitos, comportamientos, formas de obrar en determinadas situaciones, e incluso a un Fidel más íntimo y casi desconocido. A través de anécdotas, en ocasiones se le dibujará una sonrisa y en otras puede que surja una lágrima. Muy emocionante para mí resultó el capítulo final, el cual es una mirada a los últimos 10 años de vida del Comandante, donde priman los recuerdos de sus ayudantes. Cuando algunos pudieron pensar que Fidel, por los rigores de la edad estaba tranquilo en su casa, apenas sin labores, él tenía la cabeza llena de ideas, de sueños, y aunque estaba en guerra contra los relojes, trasmitía un entusiasmo quijotesco como si, luego de más de ocho décadas, estuviera empezando a vivir.

Mucho más queda escribir todavía sobre los métodos y el estilo de trabajo de Fidel, esta es apenas una aproximación, pues, como las mismas estrellas, interminables, pueden volverse las investigaciones sobre un hombre como él, extraordinario e infinito.

Hoy agradezco especialmente al primer secretario del CC del PCC y Presidente de la República Miguel Díaz-Canel Bermúdez, por sus palabras para el prólogo.

A Rogelio Polanco, miembro del Secretariado del CC del PCC y jefe de su Departamento Ideológico, por sus palabras en esta presentación, por su valioso testimonio para el libro, y porque siempre estuvo al tanto de su progreso.

A Alberto Alvariño, director de la Oficina de Preservación del Patrimonio Documental, por su interés en cada paso del camino.

A René González Barrios, director del Centro Fidel Castro Ruz, quien puso en mis manos la idea de escribir este libro y defendió siempre la necesidad de su publicación.

A Elier Ramírez Cañedo y a Sissi Abay, subdirectores de esta institución, por el apoyo siempre.

Agradezco especialmente a Katiuska Blanco, porque ha sido siempre brújula para mí en los caminos de la historia, de la poesía en la escritura, y con su sensibilidad y sus recuerdos, por ella he podido conocer y escribir más sobre Fidel. También a Alba Orta, heredera de la bondad de su padre, el Indio Naborí, que siempre estuvo pendiente de esta obra, y a Wilmer Rodríguez, mi compañero del alma y de la profesión, por el aliento y los consejos para lograr este libro.

Asimismo, agradezco infinitamente a Ernesto Niebla, por el diseño de cubierta y, sobre todo, como le escribí el día que vi el resultado final: por ponerle rostros tan bellos a los libros de Fidel.

A Regla Dueñas, directora de Ediciones Alejandro, por amar este libro desde el inicio, y evocar siempre al Fidel de su memoria cuando hablaba de estas páginas.  A Elier Ramírez Cruz y Yahima Rosasenz, por su minucioso trabajo en la edición, a Pilar Sa, Alejandro Greenidge, Dickson, Fidel Arias, Luis Miguel Rondón, Fabián González, Ivón Hernández, Yodalis Tamayo y a todos los que, entre las paredes de la editorial o los sonidos de las máquinas de la imprenta trabajaron para que esta obra hoy vea la luz.

Gracias a la magia que habita en estos espacios del Centro Fidel Castro Ruz, terminé de escribir este libro en una oficina muy cercana a la imprenta, y a los pocos minutos de entregado, ya estaba impreso, y a mano, y con suma dedicación, los muchachos del taller hicieron cada uno de los ejemplares que hoy ustedes podrán empezar a leer.

Solo aspiro a que este libro sea útil, para quienes dirigen al pueblo, sobre todo a esos que están al frente de un barrio, de un municipio, de una provincia, de una empresa o cualquier institución, pues, como escribo al final del libro:

A Fidel hoy no lo encontraremos en la piedra de Santiago, ni en los silencios perturbadores de la nostalgia, ni en las consignas vacías que agobian, solo en las madrugadas de trabajo, en las soluciones sagaces para viejos problemas, en la capacidad de un cubano para conmoverse frente a las necesidades de los suyos, en los dirigentes en la calle con la explicación oportuna una y otra vez hasta el convencimiento; ahí estará el Comandante que apenas dormía, el Jefe riguroso y sensible a la vez, el gobernante ingenioso, el líder visionario, el Fidel eterno del pueblo.

Publicado en Uncategorized | Deja un comentario

Desclasificados…, un testimonio fidedigno

Carlos Fernández de Cossio

El libro Desclasificados. Conversaciones Cuba-Estados Unidos (1975-1981), de Elier Ramírez Cañedo, es una contribución de singular importancia para quienes buscan comprender la naturaleza y las complejidades del conflicto que impone el imperialismo estadounidense contra Cuba.

No es un libro habitual: no narra un episodio, un periodo histórico o un problema dado. Tampoco pretende ser un ensayo para plantear una tesis. Constituye una compilación cuidadosamente seleccionada y ordenada de conversaciones reales llevadas a cabo en secreto entre representantes gubernamentales de Cuba y los Estados Unidos en el periodo señalado en el título. Se trata mayormente de actas taquigráficas de diálogos verdaderos. Son así testimonio fidedigno de acontecimientos históricos de alta significación para las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos.

Su compilador, Máster en Historia Contemporánea y Doctor en Ciencias Históricas, tiene una reconocida trayectoria como estudioso e intérprete de los acontecimientos que se tratan en esta obra. Es autor o coautor de varios libros, algunos de los cuales están dedicados al conflicto Cuba-EEUU, entre los que resalta el que se titula De la confrontación a los intentos de «normalización». La política de los Estados Unidos hacia Cuba, publicado en 2011 y 2014.

En dos ocasiones, Elier ha obtenido el Premio de la Crítica Histórica Fernando García Portela, que otorga la Unión de Historiadores de Cuba. Además, fue merecedor del Premio Nacional de la Crítica Científico-Técnica y del Premio Nacional de la Academia de Ciencias de Cuba.

De modo que estamos ante la obra de un historiador y autor consagrado. Más allá de esas cualidades, es un estudiante riguroso del tema que se trata en esta obra. Solo así se explica la aguda precisión en la selección y ordenamiento de los textos recopilados; tarea que conlleva maestría y profundo conocimiento del tema, como se refleja en la formidable introducción. Elier logra un volumen unificado y coherente de un tópico complejo, pero de fácil asimilación y seguimiento por parte del lector.

No es este un libro para quien se inicia en el estudio sobre los Estados Unidos o sobre el desafío que representa ese país poderoso para el nuestro. Para ese fin, existen muchos otros textos y abundante material histórico y contemporáneo. 

El valor singular de esta obra es que brinda al estudioso o investigador la oportunidad de confirmar o someter a prueba conceptos, conclusiones y afirmaciones usualmente abundantes en textos de diversa índole que tratan esta materia. Le permite observar directamente la interacción, las discusiones y las negociaciones llevadas a cabo, lejos de la vista pública, en un grupo de reuniones que tuvieron lugar entre representantes del gobierno Revolucionario Cubano, bajo la orientación del Comandante en Jefe Fidel Castro, y de tres gobiernos estadounidenses de la época: dos de ellos republicanos, los de Gerald Ford y Ronald Reagan; y uno demócrata, el de James Carter.

En el caso de Ford y Carter, fueron conversaciones para buscar un acomodo bilateral. El único encuentro recogido en el libro con el gobierno de Reagan fue más bien un intento de amenaza en búsqueda de concesiones de Cuba que Estados Unidos nunca logró obtener.

El texto sirve entonces tanto como material de estudio con su lectura integral, como material de consulta frecuente para la verificación sobre lo acontecido en alguno de los encuentros específicos recogidos.

Es importante recordar el periodo histórico de las reuniones que aquí se registran. En 1975, Cuba celebraba el Primer Congreso del Partido Comunista, acontecimiento de especial importancia para la consolidación de la obra de la Revolución y el rumbo socialista, para la institucionalización y la unidad de las fuerzas revolucionarias. Era un periodo que mostraba el avance indiscutible del país en el desarrollo socio-económico y la justicia social, así como del nivel de vida de la población, sobre todo si se compara con el resto de América Latina en esa época. Tomaban impulso las grandes inversiones en la economía, con el respaldo de las relaciones económicas y comerciales justas y equitativas que se desarrollaban con la antigua Unión Soviética y el otrora campo socialista.

Habían quedado atrás los momentos más peligrosos para la Revolución y la etapa del combate contra las bandas armadas que, fomentadas por el imperialismo, operaron en varias provincias del país hasta fines de la década de 1960. Se había roto el aislamiento diplomático impuesto por los Estados Unidos contra Cuba en nuestra propia región, con la excepción de México y Canadá.

Desde los meses finales de 1975, Cuba había comprometido, con éxito, una significativa ayuda militar, solidaria e internacionalista en África en respaldo de la defensa de la integridad territorial y soberana de Angola, así como en Etiopía desde 1977. Las fuerzas internacionalistas cubanas y su política exterior eran un factor influyente en la lucha de los pueblos africanos por la consolidación de su independencia.

Por su parte, los Estados Unidos habían salido derrotados y desmoralizados de su intervención militar en Vietnam. Internamente, sufrían las secuelas políticas del escándalo de Watergate y la renuncia del presidente Nixon, así como una crisis económica aguda. El gobierno de Carter asumió la presidencia en 1977 con un enfoque amigable de política exterior, pero al final de la década, en 1980, perdió las elecciones frente a Ronald Reagan, quien asumió en enero de 1981 al frente de una ola de renovado conservadurismo y posiciones reaccionarias en política interna y exterior.

Ese es el contexto histórico en que ocurren los acontecimientos que se registran en el libro y la lectura de las actas recogidas permite interpretar el efecto del escenario en la conducta de los participantes, tanto de Cuba como de los Estados Unidos.

En la introducción al libro, Elier plantea y cito:

Desde la ruptura de las relaciones diplomáticas en enero de 1961, la diplomacia secreta ha acompañado tras bambalinas la conocida confrontación Estados Unidos-Cuba. Junto a la guerra económica, planes de invasión, sabotajes e intentos de asesinato de los líderes de la Revolución, las distintas administraciones estadounidenses, desde Kennedy hasta Obama, han establecido algún tipo de comunicación con las autoridades cubanas.

El texto ante nosotros confirma esa realidad y la lectura de las deliberaciones también confirma la coherencia y consistencia en la disposición de Cuba a avanzar hacia una relación respetuosa y constructiva con los Estados Unidos, en todas las etapas, a pesar de las diferencias; y la disposición cubana, en la búsqueda de soluciones, a tener flexibilidad en asuntos que no fueran de principios o lesivos a los derechos soberanos de nuestro país.

Entre esos asuntos está el tema de los presos contrarrevolucionarios, la disposición a sentarnos a discutir para encontrar solución a las reclamaciones mutuas y la de llegar a acuerdos bilaterales, aun sin haber solucionado la mayor parte de los asuntos más graves del conflicto bilateral.

Asimismo, en estas conversaciones nos encontramos con el rechazo a toda pretensión de que se le reconozcan a los Estados Unidos prerrogativas o privilegios superiores a los de Cuba como Estado soberano. La absoluta lealtad de Cuba a los principios y a los compromisos solidarios asumidos también se hace patente y se refleja en nuestra firme defensa de la causa de la independencia de Puerto Rico y la disposición a ofrecer concesiones o dar pasos de interés para los Estados Unidos a cambio de que el gobierno estadounidense beneficiara a los patriotas puertorriqueños.

Esto último se refleja de igual forma en el rechazo a todo reclamo de que Cuba suspenda su ayuda solidaria en África a cambio de mejoría en nuestras relaciones con los Estados Unidos.

Cito un ejemplo. En la reunión celebrada el 29 de octubre de 1978 en Cuernavaca, México, el entonces enviado cubano José Luis Padrón siente la necesidad de responder a un planteamiento de Estados Unidos:

(…) nuestra actual posición de principios es que de ninguna forma vamos a hacer de nuestra ayuda a nuestros amigos africanos un elemento de negociación. Esto no es negociable. Estamos preparados para continuar nuestra política constructiva y positiva a fin de eliminar el conflicto y promover la paz donde quiera que esté amenazada. Pero de ninguna forma vamos a hacer objeto de negociación los acuerdos y compromisos que hemos establecido con países amigos. Nuestras relaciones bilaterales con estos países no son negociables.

El estudio de los documentos recopilados confirma también otras realidades. Entre ellas está la coherencia y consistencia en la incapacidad o ausencia de voluntad del gobierno de los Estados Unidos para reconocer que Cuba es y tiene el derecho a ser un país soberano con pleno ejercicio de la autodeterminación.

Si bien las conversaciones se desarrollaron siempre con un clima de respeto y cortesía, lo que el lector puede apreciar fácilmente, y a pesar de que se plantean por parte de los Estados Unidos incluso propuestas que reconocen las prerrogativas políticas de nuestro país, en ningún momento se encuentra en las actas el reconocimiento a los derechos soberanos de Cuba, en condiciones de igualdad.

El libro refleja con absoluta claridad el hábito pernicioso estadounidense de reclamar que Cuba ofrezca gestos para convencer a congresistas o políticos de los Estados Unidos a poner fin a una política que es claramente injusta. En ese sentido, el representante cubano José Luis Padrón se siente obligado a observar: «Con mucha frecuencia hemos escuchado a funcionarios estadounidenses de alto nivel del congreso y de la rama ejecutiva referirse a la necesidad de “gestos” para crear un clima favorable necesario de forma que Estados Unidos pueda dar pasos para mejorar las relaciones».

Es una costumbre que se mantiene vigente en nuestros tiempos y la arrastra el actual gobierno de los Estados Unidos como si fuera un acto de fe.

El periodo histórico que recoge el libro toca a tres gobiernos o administraciones estadounidenses, y se observa cómo nunca se llega como resultado de esas conversaciones discretas a soluciones concretas. Por medio de un pretexto u otro, los esfuerzos de los gobiernos de Ford y Carter se disolvieron sin llegar resultados.

¿Por qué son importantes estas apreciaciones, y las enseñanzas y conclusiones que se puedan sacar del libro?

Sucede que el conflicto de los Estados Unidos contra Cuba permanece con absoluta y cruel presencia. Sus tres herramientas fundamentales continúan aplicándose hoy rigurosamente. Ellas son:

  1. El bloqueo económico, reforzado en los últimos cinco años y con creciente impacto extraterritorial.
  2. Los programas de subversión política, a los que el Congreso Federal dedica decenas de millones de dólares cada año.
  3. Las campañas de descrédito contra Cuba, con el impulso que les ofrece las plataformas digitales de comunicación.

Las tres herramientas estaban presentes en los diálogos que se recogen en el libro.

El contraste principal con el periodo de fines de la década de los 70 es que el actual gobierno de los Estados Unidos no da señal alguna de querer resolver los problemas medulares entre los dos países o siquiera apartarse de la ruta agresiva impuesta por el gobierno de Donald Trump. Se esconde tras expresiones demagógicas sobre una supuesta preocupación por el bienestar de los cubanos, mientras aplica una férrea política de coerción económica que lastra significativamente nuestro esfuerzo de recuperación económica e impulso del desarrollo.

Con la experiencia de haber leído mucho de lo que se ha escrito sobre el conflicto de los Estados Unidos contra Cuba y haber tenido que dedicar mucho tiempo a ese tema, afirmo con la mayor convicción que estamos ante un libro necesario para el que se proponga estudiar y conocer a profundidad este problema irresuelto.

(Tomado de Cubaliteraria)

Publicado en Uncategorized | Deja un comentario

Presentación del libro Fidel ante los problemas del mundo contemporáneo

Usted puede descargar este texto en: https://www.centrofidel.cu/libros-ediciones-alejandro

Manu Pineda

En primer lugar quiero mostrar la emoción y orgullo que siento al presentar este libro de escritos y discursos de Fidel Castro Ruz en la Ciudad de La Habana, en su Feria del Libro que tanto debe al impulso de Fidel.

Alguien puede pensar que ya está todo dicho, todo escrito sobre Fidel, nada más lejos de la realidad, es precisamente en estos tiempos difíciles cuando es más necesario que nunca releer y estudiar a un Fidel, cuyo aporte a la historia del pensamiento se hace más grande con el tiempo.

Cuando relaciona que Revolución es sentido del momento histórico; con la necesidad de cambiar todo lo que debe ser cambiado y la defensa de los valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; en ese sentido, esta modesto aporte que no pretende ser un análisis completo del pensamiento de Fidel Castro Ruz, sino dar una serie de pinceladas que nos sirvan de referencia en nuestro trabajo diario, así, a lo largo de estas páginas queda de manifiesto su talla moral y política, la de un líder irrepetible que marcó el siglo XX pero que también acertó a comprender y anticipar los retos de este siglo XXI.

Temas tan dispares como la paz, el multilaterialismo, la ecología, la igualdad de género, el derecho al agua, a la educación, la integración latinoamericana y un largo etcétera, no solo no le fueron ajenos, sino que los hizo suyos.

El prólogo del libro que tengo el honor de presentar empieza con una cita del expresidente argelino Abdelaziz Bouteflika (1999-2019) en la que afirmaba que Fidel Castro tenía «la rara facultad de viajar al futuro, para luego regresar a contarlo». Una afirmación que sintetiza a la perfección la extraordinaria capacidad analítica del Comandante, que queda de manifiesto en este excelente compendio de discursos (1959-2016).

Pues bien, quisiera empezar la presentación modificando esta frase para decir que en estos momentos tan complicados que vive la humanidad, en que se mezclan las crisis medioambientales y económicas, con un militarismo cada vez más agresivo, con el que el bloque imperialista trata de frenar su declive, tenemos la necesidad de viajar al pasado para reencontrarnos con las enseñanzas de Fidel Castro Ruz y volver al presente para aplicarlas en nuestra acción diaria.

El libro no busca ocupar un lugar frío en una biblioteca, busca ser un instrumento para fortalecer la lucha ideológica que nos ayude a dar respuesta a los problemas con los que nos enfrentamos en el mundo de hoy.

Por ello este libro recoge el espíritu de la ley que Raúl Castro leía en la Plaza de la Revolución de Santiago de Cuba en el momento de la despedida física de Fidel, la ley por la que se prohíbe emplear el nombre de Fidel Castro Ruz para cualquier tipo de condecoración, reconocimiento o título honorífico, impidiendo utilizar su imagen para erigir monumentos, bustos, estatuas, tarjetas conmemorativas y otras formas similares de homenaje, plasmando el concepto de ética política de un Fidel que siempre puso en primer plano la difusión de sus ideas, por encima de cualquier tipo de culto a la persona.

El mejor reconocimiento que podemos hacer a Fidel Castro Ruz es interiorizar en nuestro trabajo diario sus ideas sus enseñanzas.

Fidel desde el primer momento tuvo claro que la Revolución tenía que plantearse al mismo  tiempo que la mejora de las condiciones de vida del pueblo, mantener una conciencia que sustituya en cada persona los valores del capitalismo por los valores revolucionarios.

Por ello, Fidel nunca descuidó la Batalla de Ideas, la necesidad de dedicar esfuerzos al fortalecimiento de los principios ideológicos y a su aplicación a la realidad en una magnífica interrelación entre teoría y práctica.

Desde esta Batalla de Ideas nos hizo comprender que si se aceptan los «cantos de sirena» que le llegan del mundo capitalista, el precio a pagar es llevar a las próximas generaciones a la sumisión, la explotación y la indignidad, esta enseñanza sigue siendo válida en estos momentos.

Por eso en este libro, hay una idea fuerza que recorre los escritos y discursos de Fidel, la idea de dignidad como concepto que da fortaleza y unidad al Pueblo, porque tiene su base en que cada persona sea consciente de la importancia que tiene ser dueño de su Patria.

Por ello, la nacionalización de las grandes empresas que representaban en Cuba al imperialismo, fue una decisión que se explicaba no solo por su importancia económica, sino que tenía el valor de devolver al pueblo cubano lo que era suyo y que el capitalismo le había robado con la ayuda de la burguesía local, corrupta y criminal.

El concepto de dignidad que se refleja en todos los discursos y escritos de Fidel es el hacer sentir al más humilde campesino, al más sencillo de los habitantes de un barrio o pueblo, dueños de las riquezas de su Patria, porque la Revolución le devolvía a millones de cubanas y cubanos la dignidad como personas y como pueblo.

Ese sentido de la defensa de esta dignidad que Fidel nos enseña es la que hace que un pueblo sea rebelde y disciplinado a su vez, que puede discutirlo todo, pero que al mismo tiempo está dispuesto a dar su vida por la defensa de la sociedad que la Revolución le ha permitido construir, transformando a siervos en personas libres.

Hay que leer a Fidel para entender cómo desarrolla y perfecciona el pensamiento de Martí que busca unir el sentimiento patriótico y el internacionalismo. La libertad nacional con la igualdad, y la justicia social. La historia de un país, con la historia de la humanidad.

Leer a Fidel nos ayuda a tomar conciencia de la necesidad de rebelarse contra la política del garrote que usa el imperialismo.

Como dice el prólogo del libro el lector tiene entre sus manos decenas de intervenciones de Fidel Castro Ruz, que son de obligado estudio para aquellos que nos negamos a comprender el mundo como una realidad invariable y estática, sino que nos identificamos con el concepto de Revolución que nos dejó Fidel.

En total, el libro comprende más de 60 discursos en más de 60 años de Revolución. Discursos que comienzan con las vibrantes intervenciones pronunciadas en enero de 1959 en Venezuela, en la que fuera la primera gira exterior tras el triunfo de los barbudos, y donde Fidel ratificaba su vocación revolucionaria afirmando que «Ser revolucionario es tener una postura revolucionaria en todos los órdenes, dedicar su vida a la causa de los pueblos, dedicar su vida a la causa de la revolución de los pueblos, a la plena redención de los pueblos oprimidos y explotados». Y que culmina con sus últimas disertaciones en el año 2016 sobre la necesidad de la paz y sus apuntes sobre el “deshielo” entre Cuba y EE.UU..

Son muchos los ejemplos de ese Fidel «viajero en el tiempo» pero una de sus aportes más valiosas en este momento, fue su apuesta decidida por la paz, como base sobre la que organizar el orden internacional y la convivencia entre los pueblos del mundo en el desarrollo de un proyecto común.

Unas reflexiones que cobran especial importancia en momentos como este, donde la guerra -convenientemente alimentada por el imperialismo estadounidense- vuelve a azotar el viejo continente y amenaza con una escalada impredecible y es utilizada para arreciar las agresiones contra los pueblos como el cubano o el venezolano que no se someten a sus intereses.

No es casualidad que este libro se cierre con la breve alocución que Fidel hizo en la sesión de clausura del VII Congreso del PCC en abril del 2016 porque estas palabras cristalizan su abnegación revolucionaria y alienta al imprescindible trabajo militante: «A todos nos llegará nuestro turno, pero quedarán las ideas de los comunistas cubanos como prueba de que, en este planeta, si se trabaja con fervor y dignidad, se pueden producir los bienes materiales y culturales que los seres humanos necesitan, y debemos luchar sin tregua para obtenerlos».

Estas pinceladas que he tratado de resaltar del pensamiento de Fidel, y otras muchas que podremos encontrar en las páginas de este libro sobre el pensamiento de Fidel, nos demuestran cómo se ganó por derecho propio un lugar entre quienes con su trabajo político, sus escritos y su ejemplo, forman parte de los grandes revolucionarios a los que estudiar y de los que aprender.

En este contexto, Fidel Castro Ruz vuelve a reivindicarse como un ejemplo necesario y vigente. Suya fue la apuesta por convertir a América Latina y el Caribe en zona de paz, una realidad que se materializó en 2014, durante la segunda cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). Un texto al que Cuba ha hecho honor y puesto reiteradamente en valor al impulsar con valentía y determinación numerosos procesos de paz en la región.

En esta misma dirección, y cuando la carrera armamentística parecía no conocer límites, el Comandante abogaba por: «cesar la carrera armamentista, prohibir las armas químicas y otros medios de destrucción masiva, reducir significativamente las armas convencionales e iniciar un programa para la total eliminación de las armas nucleares en el más breve tiempo posible». Un programa que hoy los defensores de la paz y el progreso seguimos haciendo nuestro medio siglo después.

Su caracterización del capitalismo como «depredador insaciable» también se anticipaba a los actuales debates sobre crisis ecosocial, colapso climático y decrecimiento. Conceptos sesudamente analizados hoy y que Fidel definía acertadamente como una característica indisociable del capitalismo en su etapa imperialista actual. En 1972 ya sentenció: «El mundo del futuro enfrenta ese reto; enfrenta el reto del envenenamiento de la atmósfera, envenenamiento de los ríos, de los mares, del aire».

Pero no solo acertaba en el diagnóstico, sino que también señalaba correctamente la causa, entendiendo que en la crisis climática no comparten responsabilidad los desposeídos y los grandes poderosos. En 1992, en su intervención durante la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo celebrada en Río de Janeiro (Brasil), esbozó lo que hoy sigue siendo la columna vertebral del cambio climático para los marxistas:

«Los bosques desaparecen, los desiertos se extienden, miles de millones de toneladas de tierra fértil van a parar cada año al mar. Numerosas especies se extinguen. La presión poblacional y la pobreza conducen a esfuerzos desesperados para sobrevivir aun a costa de la naturaleza. No es posible culpar de esto a los países del Tercer Mundo, colonias ayer, naciones explotadas y saqueadas hoy por un orden económico mundial injusto».

La imperiosa necesidad de avanzar en la integración latinoamericana, hoy tan reclamada y tan poco construida, también fue objeto de reflexión por parte de Fidel Castro Ruz en 1959, cuando interrogaba a una abarrotada plaza: «¿Hasta cuándo vamos a ser piezas indefensas de un continente a quien su libertador lo concibió como algo más digno, más grande?». No fue una pregunta vacía; décadas más tarde impulsaría la creación de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), una herramienta de transformación clave para impulsar la década de progreso que alumbró América Latina a principios de este siglo.

Y en la misma dirección, abogó decididamente por construir amplios espacios de alianzas antimperialistas con los que dar la batalla política y cultura. El Foro de Sao Paulo lleva también su firma y es hoy una de las mayores plataformas políticas de todo el globo.

En el plano internacional, el escenario de creciente estrés geopolítico y confrontación, generado por la superpotencia que se sabe en decadencia, hace que frente a nosotros se abran -al menos- dos caminos. Uno, en el que se atrincheran EE.UU. y sus aliados, buscando mantener su posición de privilegio con el hasta hace años vigente orden unipolar; y otro, el que conforman los países en desarrollo y progresistas, que aspiran a establecer un nuevo marco de relaciones basado en el multilateralismo -con un refuerzo de los organismos supranacionales- y la multipolaridad -varios focos de poder frente a un único núcleo estadounidense-.

Fidel se adelantó a esta disyuntiva y defendió activamente un orden internacional alternativo sostenido por la legalidad internacional, la cooperación entre pueblos y el mutuo beneficio. Una enunciación simple pero contundente, porque contiene los principios esenciales para construir la convivencia del futuro. En sus propias palabras se debe «luchar por elevar el prestigio, la autoridad y el papel de las Naciones Unidas y sus agencias especializadas; brindarles nuestro sólido y ampliamente mayoritario apoyo en la lucha por la paz y la seguridad de todos los pueblos, por un orden internacional justo». Cuba es hoy representante de una política internacional que apuesta por la cooperación y no por la confrontación.

La selección de textos cierra pocos meses antes de su fallecimiento.

Son decenas los ejemplos de cómo Fidel viajó al futuro y comprendió lo que allí ocurría. Es por ello por lo que este libro requiere de una lectura detallada y sosegada, lápiz en mano, para reflexionar sobre la vigencia del pensamiento fidelista.

Es cierto que mi invitación a adentrarse en un libro tan extenso puede no ser muy popular en la época del «tweet» y de la posverdad. Siento decirle al lector que aquí no encontrará titulares pomposos ni frases hechas; sí encontrará extensas reflexiones que le servirán para afrontar los debates de nuestro tiempo. Y es que, incluso tras su partida física, Fidel Castro Ruz sigue «viajando al futuro» y sirviéndonos de inspiración a quienes luchamos por una sociedad más justa. De cada cual, según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades.

Tomado de la página Web del Centro Fidel Castro Ruz: http://www.centrofidel.cu

Publicado en Uncategorized | Deja un comentario

“Luchar por todo lo que nos una, dentro y fuera”. Fidel y la Unidad.

Elier Ramírez Cañedo

El pasado año, en varios eventos académicos y políticos organizados en Cuba y en la región, analizábamos lo que ha significado para los pueblos latinoamericanos y caribeños -e incluso mucho más allá-, 200 años de política exterior de Washington bajo el influjo de la Doctrina Monroe; insistíamos en que, además de la intervención, explotación, despojo, represión, muerte, miseria y toda una larga estela de calamidades, el monroísmo ha tenido un rostro adicional bajo el cual se ha expresado desde su origen hasta nuestros días: la siembra de la división, la fractura, la discordia entre nuestros pueblos, gobiernos y fuerzas revolucionarias, que no es otra cosa que la filosofía del “divide y vencerás”. Pudiéramos decir que ese ha sido uno de los instrumentos más eficaces que ha utilizado el imperialismo estadounidense para expandir su dominio por el continente y otras regiones del mundo.

Ya en 1829, el libertador Simón Bolívar escribía que Estados Unidos parecía destinado por la providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad. Sin embargo, a esta conclusión había llegado Bolívar sin conocer a fondo la amplia red que se había tejido desde Washingtona través de sus “representantes diplomáticos” en distintos países del continente, con la misión de hacer fracasar sus más preciados proyectos emancipadores e integracionistas, una herejía inaceptable para la élite expansionista estadounidense y ello explica la feroz campaña de descrédito desatada contra el Libertador, al cual tildaban de “el loco de Colombia”, “usurpador”, “dictador” y otros improperios.

Para fines del siglo XIX Estados Unidos había logrado sus principales objetivos de política exterior en una región que consideró siempre su traspatio seguro por derecho divino. Como parte de ese proceso, más del 50 % del territorio mexicano fue usurpado. Las islas de Cuba y Puerto Rico, sintieron caer sobre ellas el peso del imperialismo y el neocolonialismo luego de producirse en 1898 la intervención militar estadounidense en el conflicto cubano-español. En el caso de Cuba, la Doctrina Monroe alcanzó connotación jurídica a través de la imposición de la Enmienda Platt como apéndice a la constitución de 1901. Para llegar a ello, en corto tiempo, el gobierno estadounidense también hizo uso muy eficiente de su experticia en dividir a las fuerzas independentistas.

Casi 60 años después, por el mismo punto geográfico en que Estados Unidos había comenzado a construir de manera exitosa su modelo de dominaciónen el hemisferio occidental, se produjo la ruptura y desafío contrahegemónico más significativo en este hemisferio. El hecho de que la Revolución Cubana no solo haya triunfado, sino que se haya mantenido durante 65 años en defensa de un proyecto de independencia plena, tanto en el plano interno como internacional -solo posible bajo las banderas del socialismo- constituye la mayor humillación que la arrogancia imperial estadounidense haya enfrentado en su entorno más inmediato.

Todavía hoy, muchos en el mundo continúan preguntándose como una Isla pequeña como Cuba, a las puertas mismas de un imperio tan poderoso ha podido sobrevivir, enfrentada a todas las variantes de política agresiva que desde el norte se han diseñado e implementado con el objetivo de barrer el ejemplo moral que la experiencia cubana significa ante los ojos del mundo.

No alcanza el tiempo en una intervención como esta para ofrecer todas las explicaciones y argumentos. Pero vamos a hacer referencia a una de las claves de esa cultura de la resistencia y la emancipación cubana y, por supuesto, uno de los principales legados que le debemos a Fidel, su principal artífice e impulsor. Estamos hablando de la unidad de las fuerzas revolucionarias, de la unidad del pueblo, de la unidad en torno al Partido Comunista de Cuba y el liderazgo de la Revolución.

Resulta en extremo pertinente abordar este tema en los momentos actuales que vive la Revolución Cubana, el mundo, y los desafíos que enfrentan las fuerzas progresistas y de izquierda. No fue casual que el General de Ejército Raúl Castro, en trascendental discurso pronunciado el 1ro de enero de 2024 en el 65 aniversario del Triunfo de la Revolución, abordara este tema:

Y mientras mayores sean las dificultades y los peligros -dijo Raúl-, más exigencia, disciplina y unidad se requieren. No una unidad alcanzada a cualquier precio, sino la basada en los principios que tan certeramente definió Fidel en su reflexión del 22 de enero de 2008, y cito: “Unidad significa compartir el combate, los riesgos, los sacrificios, los objetivos, ideas, conceptos y estrategias, a los que se llega mediante debates y análisis. Unidad significa la lucha común contra anexionistas, vendepatrias y corruptos que no tienen nada que ver con un militante revolucionario”. Y agregó otra idea esencial: “Debemos evitar que, en el enorme mar de criterios tácticos, se diluyan las líneas estratégicas e imaginemos situaciones inexistentes”.

Así es nuestra unidad, que no surgió por arte de magia, que hemos construido entre todos de forma paciente, ladrillo a ladrillo. En la Revolución Cubana ha tenido cabida cada patriota sincero, con el único requisito de estar dispuesto a enfrentar la injusticia y la opresión, a trabajar en bien del pueblo y a defender sus conquistas.

En esa fragua de acción y pensamiento se forjó nuestro Partido, ajeno al autoritarismo y las imposiciones, escuchando y debatiendo los diferentes criterios y dando participación a cuantos estén dispuestos a sumarse a la obra. Modestia, honestidad, apego a la verdad, lealtad y compromiso han sido la clave. En el socialismo y su obra, en la unidad y la ideología revolucionaria se sustenta nuestra capacidad de resistir y vencer.

La unidad es nuestra principal arma estratégica; ha permitido a esta pequeña isla salir airosa en cada desafío; sustenta la vocación internacionalista de nuestro pueblo y sus proezas en otras tierras del mundo, siguiendo la máxima martiana de que patria es humanidad. ¡Cuidemos la unidad más que a la niña de nuestros ojos! No tengo duda de que así será. Estoy convencido de que los Pinos Nuevos, nuestra combativa juventud, así lo garantizará.

La unidad formada por el Partido, el Gobierno, las organizaciones de masas y todo nuestro pueblo, y como parte de este los combatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y del Ministerio del Interior, es el escudo contra el que se estrellarán, una vez más, todos los planes subversivos del enemigo, que incluyen desde el uso sistemático de la mentira hasta el terrorismo”.

I

Fidel bebió de las experiencias de nuestras luchas independentistas en el siglo XIX y de la revolución de los años 30 en el pasado siglo, así como del pensamiento y la obra de José Martí, para forjarse una conciencia clara de que la unidad de las fuerzas revolucionarias, era la clave fundamental para alcanzar la victoria, siempre con sentido del momento histórico.

Fue tejiendo con mucha paciencia y maestría política esa unidad en torno a cada propósito inmediato, con una flexibilidad táctica que jamás puso en riesgo la estrategia y los principios proclamados, teniendo siempre en cuenta qué era lo más revolucionario en cada momento y dónde estaba el enemigo principal, alejado de cualquier vestigio de personalismo, sectarismo y discusiones teóricas estériles. Es decir, su manera de construir la unidad no fue jamás dogma o receta de manual. Como tampoco lo fue la manera de entender el marxismo y hacer la revolución. La Revolución fue de hecho una rebelión contra el imperialismo, las oligarquías y los dogmas. Fidel tuvo que librar una dura batalla contra los imposibles, las doctrinas petrificadas como verdades incuestionables, los estereotipos, los prejuicios y los fatalismos históricos y geográficos. En ese sentido fue el más avanzado de todos los revolucionarios de su época.

La construcción de la unidad para alcanzar el triunfo del 1ro de enero de 1959, entre las principales fuerzas revolucionarias enfrentadas a la dictadura de Batista: el Movimiento 26 de julio, el Directorio Revolucionario 13 de marzo y el Partido Socialista Popular, no fue un proceso fácil, lineal y carente de contradicciones. Tampoco lo fue en los primeros años después del triunfo revolucionario. Fidel tuvo que interceder en varios momentos para salvar la unidad.

En el propio año 1959 la Revolución tuvo que enfrentar intrigas y conspiraciones que, incentivadas por el gobierno de Estados Unidos y sus aparatos de inteligencia, explotaron la bandera del “fantasma del comunismo”, con el ánimo de dividir, sembrar la confusión y la duda, cuando aún no se habían establecido las relaciones con los soviéticos, declarado el carácter socialista de la Revolución y el pueblo cubano no tenía la sólida cultura política que con los años se forjó. Por su parte, cuando aún estaban a flor de piel en determinados grupos los viejos rencores y prejuicios, el sectarismo comenzó a asomar sus narices. Y no era en una sola dirección, lo hubo a lo interno de las organizaciones y entre ellas.

La salvaguarda de la unidad fue un proceso que hubo que construir y atender con sumo esfuerzo y cuidado. Fidel dedicó todo su talento y muchas horas de trabajo a pensar y llevar a la práctica este esfuerzo. Ante los colosales desafíos internos a enfrentar y las constantes agresiones de Estados Unidos, era necesario unir a los campesinos, a los obreros, las mujeres, los estudiantes y a todos los sectores posibles de la sociedad en defensa de la Revolución y de su desarrollo. En la fundación de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), los Comité de Defensa de la Revolución (CDR), la nueva Central de Trabajadores de Cuba (CTC), la Asociación de Agricultores Pequeños (ANAP), la Asociación de Jóvenes Rebeldes (AJR) -luego Unión de Jóvenes Comunistas (UJC)- y las organizaciones juveniles, estuvo la impronta del Comandante en Jefe.

En 1961, apenas dos meses después de la invasión mercenaria por Playa Girón, en medio de un ambiente de confrontación con el enemigo a 90 millas y la contrarrevolución interna, Fidel dedicó dos jornadas a escuchar con paciencia a los escritores y artistas, y en un tercer momento del diálogo, el 30 de junio, pronunció sus históricas Palabras a los Intelectuales. El detonante de las reuniones había sido la censura del documental Pasado Meridiano (PM), pero el líder de la Revolución estaba consciente que, en el fondo, lo que gravitaba era que se estaba produciendo una fuerte lucha interna por el control del aparato cultural entre tendencias con posiciones diversas e incluso encontradas, en la manera de entender la relación entre política y cultura, por lo que era una cuestión impostergable intervenir y fraguar también la unidad en el frente cultural

Cuando algunos pensaban que la respuesta iba a ser la implantación del realismo socialista en la política cultural del país o que Fidel iba a tomar partido por alguna de las tendencias enfrentadas, el líder de la Revolución ratificó las amplias posibilidades y libertades para la creación artística y literaria y llamó a la unidad y la participación de todos los artistas y escritores en las profundas transformaciones del país y en el crecimiento cultural y espiritual del pueblo. De todo ese proceso nació la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Aunque se ha tratado por los enemigos de la Revolución de dar un viso excluyente a ese discurso, sacando algunas frases de contexto y de su real significado, las palabras de Fidel fueron una estocada en favor de la unidad y no solo para el sector artístico y literario: “La revolución solo debe renunciar a aquellos que sean incorregiblemente reaccionarios, que sean incorregiblemente contrarrevolucionarios”. Con esta expresión estaba diciendo que podían existir, incluso, contrarrevolucionarios corregibles y que la Revolución debía aspirar a sumarlos al proceso. Además, que todos aquellos escritores y artistas honestos, que sin tener una actitud revolucionaria ante la vida tampoco eran contrarrevolucionarios, debían tener derecho y las oportunidades de hacer su obra dentro de la Revolución. “La Revolución debe tener la aspiración de que no solo marchen junto a ella todos los revolucionarios, todos los artistas e intelectuales revolucionarios (…) la revolución debe aspirar a que todo el que tenga dudas se convierta en revolucionario (…) la Revolución nunca debe renunciar a contar con la mayoría del pueblo”. En estas palabras puede encontrarse un tono y sentido inclusivo y antidogmático, alejado de cualquier tipo de sectarismo.

El camino hacia la consolidación de la unidad a lo interno de la Revolución no fue un camino de rosas, estuvo plagado de obstáculos y situaciones complejas, eso hace aun mayor el mérito de Fidel, de haber logrado mantener y salvar la unidad en cada coyuntura en que ésta fue amenazada. Su ventaja siempre fue demostrar que su táctica y estrategia de lucha era la correcta y contar con el más amplio apoyo popular. Así ocurrió en 1962, cuando en varias intervenciones públicas denuncia el sectarismo que estaba corroyendo el proceso de unidad entre las organizaciones principales que habían enfrentado a la dictadura de Batista y su integración en un solo Partido. Fidel insistió siempre en unir no hacia atrás, sino en unir hacia adelante.

Pero, señores, ¿qué es la Revolución? -destacó el 26 de marzo de 1962–  La Revolución está por encima de todo lo que habíamos hecho cada uno de nosotros, está por encima y es más importante que cada una de las organizaciones que había aquí, 26 de Julio, Partido Socialista Popular, Directorio, todo. La Revolución en sí misma es mucho más importante que todo eso.

¿Qué es la Revolución? La Revolución es un gran tronco que tiene sus raíces. Esas raíces, partiendo de diferentes puntos, se unieron en un tronco; el tronco empieza a crecer. Las raíces tienen importancia, pero lo que crece es el tronco de un gran árbol, de un árbol muy alto, cuyas raíces vinieron y se juntaron en el tronco. El tronco es todo lo que hemos hecho juntos ya, desde que nos juntamos; el tronco que crece es todo lo que nos falta por hacer y seguiremos haciendo juntos.

Todo este proceso tuvo su momento cumbre el 3 de octubre de 1965, con la presentación del Comité Central del nuevo Partido Comunista de Cuba. Sin embargo, un año antes, en 1964, también el proceso de unidad lidereado por Fidel corrió peligro al estallar el conocido como “caso Marquitos”. La confirmación de las sospechas existentes sobre Marcos Rodríguez, de haber sido el delator de los combatientes Juan Pedro Carbó Serbiá, José Machado Rodríguez, Joe Westbrook y Fructuoso Rodríguez, asesinados por la dictadura el 20 de abril de 1957, provocaron luego de su apresamiento y primer juicio la manipulación con vistas a sembrar la división en el seno de las filas revolucionarias. La dirección revolucionaria, en particular Fidel Castro, al percatarse del daño político que esta situación podría acarrear, solicitó a las instancias judiciales la celebración de un nuevo juicio radiotelevisado a toda la nación. Las palabras de Fidel en aquel contexto constituyen un referente imprescindible en la lucha por la unidad revolucionaria para todos los tiempos:

Y claro, la Revolución debe luchar por la unidad. La Revolución debe luchar por sumar cada vez más. Y esa fue siempre nuestra norma, fue siempre nuestra divisa; nunca nos ha parecido suficientemente grande la fuerza de la Revolución, para que la malbaratemos y siempre todos recordarán desde el primer día cuál fue nuestra conducta hacia todos, hacia todas las organizaciones, -cuando éramos distintas organizaciones-, hacia todos los compañeros, de unir […]

Repito que hemos hecho algo más grande que nosotros. Estamos haciendo una Revolución mucho más grande, y por supuesto, mucho más importante que nosotros […]

Y que esos amagos de la Ley de Saturno sean rechazados. ¿Y cuál es la ley de Saturno? Aquella ley clásica, o dicho clásico, o refrán clásico que dice, que la Revolución, como Saturno, devora sus propios hijos. ¡Qué la Ley de Saturno no imponga sus propios fueros! ¡Qué las facciones no asomen por ninguna parte, porque esos son los amagos de la Ley de Saturno, en que unos hoy quieren devorarse a los otros!

Y debe haber una voluntad firme, fuerte y resuelta del pueblo contra eso, como fue siempre nuestra voluntad, como es hoy la voluntad del pueblo.

Todavía entre 1967 y 1968, se produciría otro rebrote del sectarismo, lo que se conoció como la microfacción, pero también fue vencido por las fuerzas aglutinadoras de la Revolución y el accionar de su vanguardia política.

El aporte de Fidel a la creación de nuestro Partido Comunista, la institucionalidad revolucionaria, el Poder Popular y todo el sistema político en su conjunto, constituye también una de sus grandes contribuciones al fortalecimiento de la unidad en el proceso revolucionario cubano.

Por otro lado, durante la creación y fortalecimiento del sistema político cubano se fueron configurando distintas funciones estatales, pero no la estructura clásica de la división de poderes de la democracia representativa burguesa. Es decir, funciones independientes dentro del estado, pero no división de poderes, el poder es uno solo: el poder del pueblo. Esto, junto al hecho de contar con un solo partido, ha constituido una garantía para la salvaguarda de la unidad y la sobrevivencia misma de la Revolución. Fidel es también el padre fundador de esa creación heroica. Uno de sus más extraordinarios y profundos discursos sobre este tema lo pronunció el 27 de diciembre de 1991, ante la Asamblea Nacional del Poder Popular. En aquella ocasión expresó:

Hay otra convicción íntima que albergo con relación a nuestros países y a nuestro país en especial. La convicción íntima es la altísima conveniencia del partido único; es una convicción íntima. En mi vida revolucionaria he meditado muchas veces sobre todos estos problemas, porque el pluripartidismo es el gran instrumento del imperialismo para mantener a las sociedades fragmentadas, divididas en mil pedazos; convierte a las sociedades en sociedades impotentes para resolver los problemas y defender sus intereses.

Un país fragmentado en 10 pedazos es el país perfecto para dominarlo, para sojuzgarlo, porque no hay una voluntad de la nación, ya que la voluntad de la nación se divide en muchos fragmentos, el esfuerzo de la nación se divide en muchos fragmentos, las inteligencias todas se dividen, y lo que tiene es una pugna constante e interminable entre los fragmentos de la sociedad.

Un país del Tercer Mundo no se puede dar ese lujo. Realmente se lo dan muchos, claro que hace rato que se lo vienen dando, y hace tiempo que gran parte de ellos están subyugados y dominados. (…)

De modo que tengo la más profunda convicción de que la existencia de un partido es y debe ser, en muy largo período histórico que nadie puede predecir hasta cuándo, la forma de organización política de nuestra sociedad. Son dos convicciones profundas.

II

Es imposible en un evento como este no hablar también de los aportes del Comandante en Jefe a la unidad de las fuerzas progresistas y de izquierda en el mundo desde los momentos iniciales de la Revolución, en especial su contribución a la lucha por la integración de América Latina y el Caribe.

En su concepción revolucionaria, Fidel siempre vio el proceso cubano como parte de una Revolución mayor, la que debía acontecer en toda América Latina y el Caribe. De ahí su constante solidaridad y apoyo a los movimientos de liberación en la región y denuncia a la injerencia yanqui.

Esa posición partió en primera instancia de un sentimiento de identidad y de ineludible deber histórico, pero también como una necesidad estratégica para la preservación y consolidación de la Revolución Cubana.

Apenas 23 días después de alcanzado el triunfo revolucionario del 1ro de enero de 1959, en discurso pronunciado en la Plaza del Silencio en Caracas, Fidel lanzó su convocatoria a la unidad de los pueblos latinoamericanos y caribeños:

¿Hasta cuándo vamos a permanecer en el letargo? ¿Hasta cuándo vamos a ser piezas indefensas de un continente a quien su libertador lo concibió como algo más digno, más grande? ¿Hasta cuándo los latinoamericanos vamos a estar viviendo en esta atmósfera mezquina y ridícula? ¿Hasta cuándo vamos a permanecer divididos? ¿Hasta cuándo vamos a ser víctimas de intereses poderosos que se ensañan con cada uno de nuestros pueblos?  ¿Cuándo vamos a lanzar la gran consigna de unión? Se lanza la consigna de unidad dentro de las naciones, ¿por qué no se lanza también la consigna de unidad de las naciones? 

Algunos de los discursos de Fidel llegaron a ser programáticos en la lucha antimperialista en el continente; en la Segunda Declaración de La Habana, el 4 de febrero de 1962, ante más de un millón de cubanos congregados en la Plaza de la Revolución José Martí, uno de los documentos más trascendentales de la historia de la Revolución Cubana y de las luchas de los pueblos Nuestra América, Fidel muestra su vocación unitaria de desde una perspectiva amplia y diversa:

El divisionismo ­­­­-producto de toda clase de prejuicios, ideas falsas y mentiras­­­­-, el sectarismo, el dogmatismo, la falta de amplitud para analizar el papel que corresponde a cada capa social, a sus partidos, organizaciones y dirigentes, dificultan la unidad de acción imprescindible entre las fuerzas democráticas y progresistas de nuestros pueblos. Son vicios de crecimiento, enfermedades de la infancia del movimiento revolucionario que deben quedar atrás. En la lucha antiimperialista y antifeudal es posible vertebrar la inmensa mayoría del pueblo tras metas de liberación que unan el esfuerzo de la clase obrera, los campesinos, los trabajadores intelectuales, la pequeña burguesía y las capas más progresistas de la burguesía nacional. Estos sectores comprenden la inmensa mayoría de la población, y aglutinan grandes fuerzas sociales capaces de barrer el dominio imperialista y la reacción feudal. En ese amplio movimiento pueden y deben luchar juntos, por el bien de sus naciones, por el bien de sus pueblos y por el bien de América, desde el viejo militante marxista, hasta el católico sincero que no tenga nada que ver con los monopolios yankis y los señores feudales de la tierra.

Ese movimiento podría arrastrar consigo a los elementos progresistas de las fuerzas armadas, humillados también por las misiones militares yankis, la traición a los intereses nacionales de las oligarquías feudales y la inmolación de la soberanía nacional a los dictados de Washington.

También hizo mucho el Comandante por la unidad dentro del campo socialista, cuando las contradicciones entre la URSS y China facilitaban el terreno al imperialismo:

(…) entendemos nuestro deber luchar por la unidad dentro de los principios de la familia socialista, del campo socialista –expresó en discurso pronunciado el 2 de enero de 1963-. Esa ha de ser la línea de nuestro pueblo, la línea que traza la dirección política de la Revolución. 

Son muchos los problemas y muy grandes las tareas que tenemos por delante; enfrentar al imperialismo primero que nada. En esa misma situación están otros muchos pueblos, en esa misma situación están los pueblos colonizados y sometidos al imperialismo. 

Es por eso que resulta tan necesaria esa unión; es por eso que resulta tan necesario presentar a los imperialistas un frente unido. Y ese, estoy seguro que ha de ser el clamor de los pueblos amenazados, de los pueblos que luchan por su independencia, de los pueblos que luchan frente a las agresiones del imperialismo.

A nuestro pueblo una orientación: que nuestra tarea es unir, dentro y fuera; eliminar todo lo que nos divida, dentro y fuera; luchar por todo lo que nos una, dentro y fuera. ¡La unidad dentro de los principios, esa es nuestra línea!

Significativas fueron a su vez sus aportaciones a la unidad del Movimiento de Países No Alineados, cuando se pretendió enfrentarlo al campo socialista y se hablaba de los dos imperialismos, así como su mediación e incidencia para lograr la paz y el entendimiento ante conflictos surgidos entre sus miembros.

Fidel se caracterizó por hacer un análisis profundo de las coyunturas, de lo necesario y posible, y de ahí proyectar sus planes revolucionarios, no para quedar sujeto a las circunstancias, sino para lograr subvertirlas, convirtiendo el imposible en infinita posibilidad. Sobre su experiencia y criterios sobre el proceso de construcción de la unidad señaló Fidel a estudiantes chilenos de la Universidad de Concepción en 1971:

Lo ideal en política es la unidad de criterios, la unidad de doctrina, la unidad de fuerzas, la unidad de mando como en una guerra. Porque una revolución es eso: es como una guerra. Es difícil concebir la batalla cuando se está en el medio de la batalla con diez mandos diferentes, diez criterios diferentes, diez doctrinas militares diferentes y diez tácticas. Lo ideal es la unidad. Ahora, eso es lo ideal. Otra cosa es lo real. Y creo que cada país tiene que acostumbrarse a ir librando su batalla en las condiciones en que se encuentre. ¿No puede haber una unidad total? Bueno, vamos a buscar la unidad en este criterio, en este otro y en este otro. Hay que buscar la unidad de objetivos, unidad en determinadas cuestiones. Puesto que no se puede lograr el ideal de una unidad absoluta en todo, ponerse de acuerdo en una serie de objetivos.

El mando único —si se quiere—, el estado mayor único, es lo ideal, pero no es lo real. Y, por lo tanto, habrá que adaptarse a la necesidad de trabajar con lo que hay, con lo real.

Esa capacidad de pensar siempre de manera dialéctica y creadora siguió acompañando a Fidel hasta sus últimos momentos de existencia. En un momento que había que partir de lo real sin perder el horizonte estratégico, como en 1994, expresaría Fidel en el Cuarto Encuentro del Foro Sâo Paulo, efectuado en La Habana:

¿Qué menos podemos hacer nosotros y qué menos puede hacer la izquierda de América Latina que crear una conciencia en favor de la unidad? Eso debiera estar inscrito en las banderas de la izquierda. Con socialismo y sin socialismo. Aquellos que piensen que el socialismo es una posibilidad y quieren luchar por el socialismo, pero aun aquellos que no conciban el socialismo, aun como países capitalistas, ningún porvenir tendríamos sin la unidad y sin la integración.

Al producirse el derrumbe del campo socialista, la vocación integracionista de Fidel lejos de amedrentarse se hizo volcánica, siendo los años 90 del pasado siglo y los primeros años del actual, de los más activos en su proyección latinoamericanista y de la búsqueda de la unidad de todas las fuerzas progresistas y de izquierda a nivel mundial.

Fueron notables sus aportes en la creación del Foro de Sao Paulo, la denuncia activa en todos los foros internacionales de los efectos nocivos del neoliberalismo, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), la derrota del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), iniciativa propuesta por el gobierno estadounidense para afianzar su dominio económico y político en la región, la creación  de la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad, entre otros, compartidos con importantes líderes regionales como Néstor Kichner, Ignacio Lula Da Silva, Evo Morales y Hugo Rafael Chávez Frías.

En el 2011, nacería en Caracas, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y con ello el sueño más preciado de Fidel y, por tradición, de Martí, Bolívar y otros próceres de Nuestra América se hacía realidad. El hecho constituyó el punto más elevado alcanzado en 200 años de historia en cuanto a la unidad y la integración de Nuestra América, pero ha llegado nuevamente el momento de pasar a la ofensiva, después de mas de una década de resistencia a los avances de la contraofensiva imperial y oligárquica.

Ante los peligros que hoy amenazan a la humanidad: el auge inusitado de tendencias neofascistas, guerras culturales, híbridas y de cuarta generación, peligro de conflicto nuclear, crisis económicas y alimentarias, daños irreversibles al medio ambiente, pandemias, y un largo etcétera, la potencia líder del sistema imperial en decadencia arremete con más fuerza que nunca y sin ropaje alguno contra todo lo que puede representar un desafío a su hegemonía. Ante esta realidad solo es honrado luchar, pero solo unidos podremos sobrevivir y vencer. Como hemos planteado este fue la bandera levantada, defendida y mantenida por el líder de la Revolución Cubana.

Después de hacer este amplio recorrido pudiéramos entonces preguntarnos ¿Cómo superar las trampas de la doctrina sin abandonar la teoría? ¿Cómo articularnos sin perder la identidad, ni perdernos en las diferencias? Creo que Fidel nos legó a todas las fuerzas revolucionarias y de izquierda, un pensamiento, una obra y un ejemplo, para dar respuesta a estas interrogantes, que constituye referente no solo para los cubanos, sino para los que luchan en cualquier lugar del mundo. Hacerlo de forma dialéctica y creadora, sería también el mejor homenaje que pudiéramos ofrecer a Fidel.

¡La unidad en la lucha antimperialista continúa siendo nuestra mejor táctica y estrategia para la victoria¡

Muchas gracias















































































































Publicado en Uncategorized | Deja un comentario